Las estadísticas actuales sobre la distribución de la riqueza hablan por sí solas. Los multimillonarios acumulan riquezas cada vez más impresionantes, en detrimento de todos los demás sectores de la población. Desde un punto de vista moral, hasta podría ser justificable, siempre y cuando esta dinámica forme parte de una estructura económica totalmente digna, transparente y progresista. Pero la realidad es muy diferente.
Actualmente existe una red internacional de cuentas bancarias ocultas, empresas fantasma, testaferros y leyes especiales que posibilitan que los individuos más ricos del planeta oculten su patrimonio sin sufrir las consecuencias. Parte de este dinero viene de ingresos legítimos, pero en muchas ocasiones su origen está en el mercado de las drogas, fondos malversados de los gobiernos, estafas financieras y especulaciones salvajes. Lo ocultan para "lavarlo" y evadir impuestos, y así enriquecer aún más a sus dueños. Es un mercado de miles de millones de dólares que simplemente desaparecen de las vías legales, y que luego son reinvertidos en proyectos de dudoso impacto social, bienes altamente lujosos, redes de corrupción, cabildeo corporativo y fondos de capital que beneficien a la descendencia.
Esto es Moneyland, un lugar que no existe, tierra de nadie, donde consultores, abogados, políticos y varios burócratas han creado el cielo en la tierra para quienes tienen más dinero del que puedan gastar en su vida y quieran esconderlo del resto del mundo con prácticas inmorales y que rayan la ilegalidad. Moneyland es autosuficiente gracias a su peculiar estructura y funcionamiento. Cada uno de sus aparatos sirve para ocultar grandes fortunas sin hacer preguntas, defender el dinero con privilegios únicos para quienes pueden permitírselo, abrir grietas para gastar, invertir y multiplicar activos y para silenciar a cualquiera que intente investigar.
El sistema Moneyland es más sólido que cualquier gobierno o institución nacional. Para saber el porqué, debemos analizar en detalle cómo funciona y dónde están sus baluartes. La investigación de Oliver Bullough se adentra en el laberinto de esta intrincada red, que nos dejará atónitos, tanto por su complejidad como por la inexistencia de su relato a nivel mediático.