¿A quién no le gustaría amar su propio trabajo? No es un secreto que para muchas personas el lugar de trabajo es una fuente de gran estrés e insatisfacción. Tanto en las grandes empresas como en los equipos pequeños, a menudo nos encontramos a disgusto con la rutina a las que nos vemos sometidos diariamente.
Quizá porque no encontramos el espacio para concentrarnos y nos parece que perdemos valiosas horas de trabajo. O tal vez porque no conseguimos comunicarnos de manera eficaz con los compañeros y nos sentimos aislados. O es que nos parece que pasamos la vida de reunión en reunión pero sin concretar absolutamente nada.
La llamada “cultura empresarial” que está tan de moda hoy en día puede ser importante para establecer una línea en la que basar el funcionamiento interno de una empresa, pero muy a menudo se trata de frases y eslóganes ingeniosos que poco tienen que ver con la cotidianidad de quien trabaja ella.
Pero esto no significa que debamos resignarnos a sufrir pasivamente las situaciones que se crean en los puestos de trabajo. Cada uno de nosotros, a su manera, tiene el poder de realizar pequeños cambios que podrían beneficiar no solo a nosotros mismos sino también a nuestros compañeros, y quizás ayudarnos a recuperar la alegría en el trabajo.
Los consejos de los que hablaremos se dividen en tres principios fundamentales: recarga, sincronía y entusiasmo.