La economía no tiene vida propia, no es una entidad rígida e inmutable. Sino al contrario, está está extremadamente relacionada con el período histórico y las condiciones sociales de un determinado lugar. Por lo tanto, provoca cambios en la historia del ser humano y también en las teorías económicas. Puede parecer un concepto evidente, pero en realidad la tendencia a considerar la economía como un bloque único e inmutable siempre ha estado presente entre los expertos. De hecho, existe una cierta resistencia por parte de estos últimos a adaptar sus teorías a los tiempos cambiantes lo que en realidad es un gran error.
Entre otras cosas, el carácter transitorio de la economía hace que el estudio de esta materia sea aún más interesante, aunque a menudo se considera difícil y bastante aburrida. Pero incluyéndola en un contexto preciso y relacionándola a un determinado período histórico, podemos hacer que sea un tema de estudio más vivo e interesante.
El autor, por ejemplo, habla de las ciudades estado griegas y del período romano: en esos tiempos no existía una actividad productiva industrial, sino solo los mercados y los pequeños artesanos. Los bienes de consumo, es decir los productos destinados a un uso más masivo como la comida, las bebidas o la ropa eran poco comunes; solo quien tenía poder podía permitírselos. La economía no era el centro de la vida de las personas, como en cambio sucede en nuestros días. En esa época se daba mucha más importancia a los temas éticos. Los intercambios comerciales, visto que estaban poco presentes en la sociedad, no ocupaban los pensamientos de los filósofos como Aristóteles, quien estaba mucho más interesado en el tema de la esclavitud. Por lo tanto, en esos tiempos no todo giraba alrededor de la economía. De hecho esto ya es un tema interesante, sobre todo para nosotros que siempre damos a esta disciplina un rol fundamental, ya sea a nivel colectivo que individual.