El cerebro humano es una máquina muy delicada y compleja, pero tiene un talón de Aquiles: las mismas moléculas que lo hacen funcionar, también pueden provocar cambios repentinos de personalidad y destruir la capacidad de pensar. Los seres humanos siempre penden de un hilo, ya que también luchan contra moléculas que, literalmente, podrían destruir su propia mente. Para dar un ejemplo de cómo las moléculas pueden marcar la diferencia, en los últimos veinticinco años se ha producido una auténtica revolución en el campo del tratamiento contra el cáncer. Los científicos han logrado identificar las causas moleculares de las enfermedades oncológicas creando soluciones moleculares.
No siempre ha sido tan fácil identificar la importancia de las moléculas en la salud humana. Pensemos, por ejemplo, en cómo se descubrió el ADN, gracias al incesante trabajo del doctor Friedrich Miescher, un médico suizo casi sordo que, tras darse cuenta de que ya no podía escuchar a sus pacientes, se encerró en su propio laboratorio para experimentar con pus. Así fue como descubrió que en el pus, además de las moléculas que ya habían descrito otros médicos, había materiales ricos en átomos de fósforo. En ese momento, nadie se dio cuenta de que Miescher había descubierto la molécula que transmitía las características genéticas de generación en generación, y durante los siguientes ochenta años el ADN quedó en el olvido, hasta 1944. El doctor Avery, un bacteriólogo canadiense casi retirado, estaba estudiando el comportamiento de las bacterias, cuando se dio cuenta de que el ADN almacena las características genéticas. Gracias a los descubrimientos más recientes, se comprobó que las mutaciones del ADN pueden causar estragos en cualquier parte del cuerpo, pero el efecto es más devastador en el cerebro. En la actualidad, el conocimiento de la genética ahora es tan grande que, en ocasiones, es posible identificar quién sufrirá una enfermedad cerebral, incluso antes de que esa persona muestre algunos síntomas. Hemos llegado a poder predecir el futuro del cerebro humano como nunca antes.