Es cierto que hoy en día vivimos más años que hace unos siglos, pero no necesariamente vivimos mejor. En la vida que llevamos cuando envejecemos, muchas veces estamos enfermos y sin energía, y esta perspectiva no es muy atractiva. Sin embargo, no hay mucho que podamos hacer al respecto. Envejecer es un proceso inevitable que forma parte del ciclo natural de las cosas.
Pero, ¿y si no tiene que ser así? ¿Qué pasaría si pudiéramos ser más jóvenes por más tiempo y pudiéramos mantener fuertes a nuestro cuerpo y mente? ¿Qué pasaría si las condiciones que solemos asociar con el envejecimiento (cáncer, enfermedades cardíacas, demencia, Alzheimer) no fueran enfermedades reales, sino síntomas de una enfermedad mucho más grande que las incluye a todas? Esta es la premisa en la que se basa el autor: el envejecimiento es una enfermedad, la más común y extendida de todas, y como tal, el envejecimiento puede (y debe) ser tratado.
Pensemos en lo que sucede cuando envejecemos. Además de la aparición de algunas enfermedades específicas, la función cerebral también disminuye. A un cuerpo anciano le resulta mucho más difícil curarse de una simple fractura de cadera, o incluso curar una herida. Tomemos como ejemplo el tabaquismo: fumar aumenta 5 veces el riesgo de contraer cáncer, pero tener 50 años lo aumenta 100 veces, y tener 70 años, 1 000 veces. Este aumento exponencial se aplica a muchas otras condiciones, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. Entonces, no hay nada más peligroso que envejecer, pero hemos permitido que la vejez se apodere de nosotros.
En lugar de abordar cada enfermedad por separado como se hace actualmente, lo que se necesita es una solución integral que logre enfrentar todos los obstáculos de una sola vez, porque al tratar el envejecimiento como una enfermedad, nos enfermamos menos y nos mantenemos más vitales a nivel físico y mental.
Esto está lejos de ser una utopía, ya que podemos vislumbrar una vitalidad prolongada, con más años de vida sana, activa y feliz. Las personas más jóvenes del mundo de hoy tendrán una esperanza de vida mayor que la nuestra, pero nosotros, como adultos, también podemos comenzar a retrasar el proceso de envejecimiento en nuestra generación. Llegar a una vida media de 100 o 110 años es posible, y quizás dentro de poco tiempo.
Estamos muy lejos de un mundo en el que la muerte es un evento raro, pero no estamos tan lejos de un mundo en el que esta se pospone en el tiempo. Cuando comiencen a implementarse las tecnologías existentes para hacer esto, será un momento trascendental, el comienzo de una auténtica evolución en la que cambiará el significado de lo que definimos como ser humano.