Alla ricerca delle coccole perdute

Todos nosotros tenemos tres modalidades diferentes de personalidad, que se “activan” automáticamente según el contexto y las personas con las que estamos: de hecho, situaciones diferentes comportan interacciones diferentes.

Conocidas como personalidades naturales, se definen como personalidad del niño, del adulto y del padre: a cada una de ellas le corresponde un desarrollo psíquico y biológico predeterminado en el tiempo, teniendo en cuenta también la interacción con las situaciones ambientales. Obviamente este desarrollo no es lineal y es por este motivo que puede verificarse un trastorno mixto ansioso-depresivo: en la sociedad occidental los adultos siguen siendo niños durante más tiempo y no aprenden a afrontar plenamente la edad adulta ni a luchar por la sobrevivencia, dado que en las sociedades ricas esto ya no es necesario.

En cambio, si nos fijamos en el mundo de los animales es posible distinguir muchas similitudes en relación con las fases evolutivas. Cada una de las tres personalidades se caracteriza por una actitud diferente: el niño, al igual que el cachorro, no es autosuficiente, mientras que el adulto sí lo es, y el padre se dedica a los pequeños. A las tres personalidades también les corresponde un comportamiento fundamental: el niño pide, el adulto toma, el padre da.

La dependencia de los padres y la incapacidad de no poder cuidar de sí mismo, provoca estrés y miedo crónico en el cachorro, mientras que el animal adulto tiene miedo exclusivamente cuando su vida corre realmente peligro o su territorio está amenazado. El padre supera el miedo y está seguro de sí mismo porque debe dedicarse plenamente a los cachorros.

Las tres fases no son irreversibles y además, a cada una de ellas corresponde un modelo de comportamiento que la persona puede asumir en un momento específico de su existencia. Mientras que en el mundo animal estos modelos de comportamiento se activan espontáneamente, en el ser humano esto depende de las reacciones en el neocórtex cerebral, que añade la variable del afecto a los comportamientos humanos.