La familia Kingsolver está conformada por Barbara, Steven y sus dos hijas, la adolescente Camille y la pequeña Lily. El libro comienza con la familia que toma la decisión de dejar Tucson, Arizona, para mudarse a Virginia, a la granja familiar que se encuentra en la región de los Apalaches.
Los motivos de la mudanza son muchos, y uno de ellos es la posibilidad de que la familia pueda consumir alimentos que no hayan recorrido miles de kilómetros, sino que se cultiven en un área donde puedan crecer y el suelo esté humedecido con lluvia real. Tucson es una ciudad hermosa que ofrece todo lo que un humano puede desear, pero tiene una tremenda escasez en cuanto a lo natural, y debido a que la ciudad se encuentra en una zona muy árida, no tiene más alternativa que depender del suministro de alimento y agua de otros territorios.
Puede parecer un motivo superficial para mudarse, pero sumado a otros factores importantes, para la familia es una razón más que suficiente el hecho de alimentarse con lo que ofrece la misma tierra en la que viven. En Estados Unidos este no es un tema menor, ya que los alimentos que se encuentran en los estantes de los supermercados recorren un promedio de 1 500 millas (alrededor de 2 400 kilómetros), mucho más de lo que una familia estadounidense promedio viaja en sus vacaciones anuales.
La producción, el empaque, el almacenamiento, la refrigeración y el transporte de estos alimentos requieren el uso de una cantidad muy alta de combustibles fósiles, con el consecuente impacto para el medio ambiente. Basta con pensar que cada año se utilizan unos 400 galones de petróleo (que equivalen al 17% del consumo energético del país) para el sector agrícola. Se estima que, si cada ciudadano estadounidense consumiera una sola comida al día a base de productos de kilómetro 0, ya sea orgánicos, cultivados o criados, el consumo energético del país se reduciría en 1,1 millones de barriles por semana. Este no es un dato menor y demuestra que si se implementan pequeños cambios en los hábitos alimenticios de las personas, se puede hacer una gran diferencia.
En este contexto, la familia llevó a cabo un experimento: tomarse un "año sabático" en el que eliminarían o minimizarían el consumo de productos alimenticios industriales. Durante un año, los miembros de la familia se alimentarían solo con productos orgánicos y de estación de los que conocen el origen exacto. La mayoría de las veces, esta procedencia sería directamente de su granja o de las de sus vecinos. Su objetivo era demostrar, especialmente a ellos mismos, que incluso en Estados Unidos se puede vivir sin depender de la industria alimentaria.