Años Salvajes

William Finnegan nació en Nueva York de una madre dulce y radiante y un padre que se esforzaba al máximo, ya que tenía mil trabajos para llegar a fin de mes. Uno de esos empleos lo llevó a mudarse a California en 1956, cuando el pequeño William tenía solo 4 años. Pat, una antigua amiga de su madre, vivía con su familia en Newport Beach, un viejo pueblo de pescadores a 80 kilómetros al sur de Los Ángeles, y aquí es donde William pasó los primeros veranos de su vida, descubriendo la alegría de deslizarse sobre las suaves olas de la zona de San Onofre, ideal para aprender.

En 1966, cuando William tenía 13 años, otro cambio laboral inesperado de su padre llevó a la familia Finnegan, ahora compuesta por 6 miembros, a mudarse a Honolulu, en la isla de Oahu, Hawái. William ya surfeaba desde hacía algunos años y esta mudanza fue una buena noticia para él.

La pequeña cabaña que alquilaron al llegar a la isla estaba cerca de un punto en la costa donde había olas surfeables. Más adelante, el joven William descubrió que ese lugar se llamaba los Cliff. Allí, el autor se inició en los primeros misterios del océano, la lectura de las olas, las reglas no escritas de la comunidad del surf, y el conocimiento de las mareas y los fondos de coral.

Los Cliff (o acantilados) también serían el lugar de encuentro y reconocimiento de una generación de jóvenes surfistas en ciernes, algunos de los cuales se convertirían en famosos referentes de este deporte, a menudo tambaleándose entre la incomodidad económica y social de Hawái, los trabajos precarios, la violencia y las olas del mar. Especialmente las islas más pequeñas de Hawái no eran el idílico lugar que mostraban los folletos turísticos, sino que ocultaban racismo, pobreza, división social, historias de adicciones y marginación. Sin embargo, William había encontrado su paraíso en el océano.