El arte no es un gesto anti-social: la idea del genio solitario, con un talento inmenso, y que de un momento a otro es fulminado por el rayo de la inspiración divina es un mito destructivo.
El músico Brian Eno nos explica de manera sana y productiva cómo pensar en la creatividad cuando dice que no tenemos que pensar en el genio sino más bien en el scenius - o el escenario - es decir, en un grupo de personas creativas, provenientes de diversos sectores que dan vida a una especie de “ecosistema del talento”.
En el fondo la historia nos narra sobre grandes personajes que han creado obras maravillosas, que formaban parte de ambientes y grupos que se ayudaban entre sí y se copiaban e intercambiaban ideas. El scenius no reduce la grandeza de determinados talentos, sino más bien, pone en valor el hecho de que un buen trabajo no nace de la nada, ya que siempre es una forma de colaboración, el fruto de la conexión entre más mentes.
Para poder ser parte de un scenius no debemos ser especialmente inteligentes o talentosos; este no es el punto. El punto es compartir las ideas, establecer y nutrir relaciones de calidad y poner de nuestra parte. La cuestión aquí es “¿Cómo puedo contribuir?”.
En este sentido, ser un aficionado puede ser nuestro punto fuerte; un aficionado es aquel que hace algo por afición de la misma manera en que un amante hace las cosas por pasión. Estas personas tienen una ventaja sobre los profesionales: están dispuestos a arriesgar, no tienen nada que perder y tampoco tienen una reputación que defender. Pueden darse el lujo de experimentar y seguir su propio instinto; cometer errores o hacer el ridículo. Son personas que continúan aprendiendo de la vida y lo hacen con entusiasmo y orgullo; personas normales apasionadas con un argumento, dispuestas a poner el alma en lo que hacen, y quienes muchas veces nos pueden enseñar más que los propios expertos.
Steve Jobs decía que pensar en la muerte es una buena forma de recordarnos a nosotros mismos que no perdemos nada cuando nos mostramos ante los demás, cuando nos jugamos la vida al arriesgarnos; porque lo que nos espera al final es igual para todos. “Ya estás desnudo” decía. Saber que algún día nos tocará morir nos ayuda a poner cada cosa en perspectiva, y en este sentido ¡leer los obituarios puede ser muy útil!
Leer los obituarios es una manera de rozar la muerte, un modo de pensar en ella manteniendo la distancia. Leer acerca de personas que ya no están entre nosotros y sobre lo que hicieron en sus vidas ¡puede ayudarnos a hacer algo bueno con la nuestra!