En la actualidad, a menudo leemos artículos periodísticos en los que se denuncia la disminución constante (o casi ausencia) de la presencia femenina en las áreas de la ciencia, la tecnología y la informática. El fenómeno a veces se justifica con la premisa falsa de que las mujeres están menos inclinadas o menos interesadas en temas científicos, pero quienes apelan a este argumento para explicar estas cifras tan bajas ciertamente nunca profundizaron en la historia de la informática y la ciencia ni en los aportes que han hecho las mujeres en estos temas durante el último siglo.
De hecho, si retrocedemos en el tiempo, queda claro que, al principio, la informática, el uso de las computadoras y la programación eran empleos mayoritariamente femeninos. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando todos los hombres estaban en el frente, las mujeres eran las responsables de desarrollar y mantener las nuevas tecnologías para ayudar con las comunicaciones durante el conflicto. Después de ese período, la informática siguió siendo una profesión femenina durante décadas, y mientras los hombres se encargaban principalmente de construir el hardware, las mujeres fueron quienes crearon la mayoría de los lenguajes de programación y comandos para comunicarse con las máquinas.
La situación cambió durante los años sesenta y setenta, ya que hubo un incremento en la demanda de trabajadores de profesiones relacionadas con la informática, además del consiguiente aumento de salarios y el prestigio, lo que también comenzó a atraer a los hombres a la profesión. A partir de ese momento, se inició un proceso que condujo hasta la situación actual.