Existen al menos tres motivos fundamentales para tomar la decisión de adquirir una empresa que ya existe en el mercado en lugar de crear una desde cero.
El primero es que a menudo las empresas emergentes fracasan antes de convertirse en un verdadero negocio. Según estudios recientes, solo el 1% de las empresas emergentes logra llegar a las últimas fases de financiación y, la mayoría de las que lo consiguen se posicionan en el mercado como un negocio de dimensiones pequeñas. Para muchas personas, el sueño de entrar y revolucionar el mercado como lo hizo, por ejemplo, Uber es una utopía.
El segundo motivo es que una sociedad que ya está presente en el mercado tiene una serie de infraestructuras que una empresa emergente aún no tiene. No se trata solo de tener un buen posicionamiento en el mercado o un producto probado y rentable. Entre otras cosas, una sociedad con experiencia sabe que puede contar con un equipo de personas válidas, tiene un modelo de negocio sólido y una visión clara del mercado en el que opera. En cambio, una empresa emergente, debido a su naturaleza, aún no tiene todos estos activos y necesita invertir tiempo, energía y una buena dosis de riesgo para su desarrollo. Crear una empresa emergente o adquirir un negocio que ya existe es como tener un bloque de mármol con el que crear una escultura o bien encontrarse directamente delante del David de Miguel Ángel, que ya está realizado.
El tercer motivo está relacionado con la capacidad de innovación del empresario que decide adquirir una sociedad que ya está presente en el mercado. Trabajar en un negocio pequeño ya en marcha nos permite concentrarnos totalmente en su innovación sin tener que preocuparnos por las necesidades más básicas como, por ejemplo, la relación con los clientes, el brand awareness —es decir el grado de reconocimiento de una marca por parte del público de referencia— o los ingresos y los beneficios. Además, concentrarse en pequeños negocios que se crearon hace décadas puede ser una posibilidad más para la nueva generación de emprendedores. De hecho, estas empresas necesitan renovarse para no quedarse rezagadas en una época en la que la innovación corre a la velocidad de la luz. Así que podemos decir que la adquisición de este tipo de compañías por parte de un empresario es la que puede definirse como una situación de win-win, en donde ambas partes obtienen una ventaja.