Called to Be Creative

A menudo, la creatividad se considera una habilidad en sí, que podemos utilizar en nuestras aficiones y en las actividades amatoriales que realizamos para pasar el tiempo. En realidad, la creatividad es un verdadero instrumento para la felicidad. Independientemente de la visión que tengamos —científica, espiritual o religiosa— responder al llamado creativo nos permite estimular el cerebro y producir las hormonas del bienestar y la satisfacción; encontrar un objetivo en la vida; y dar cuerpo a la “chispa creativa” que, para los creyentes, proviene directamente de Dios.

A través del uso de la creatividad llegamos a la autorrealización y la felicidad. No significa que nuestro propósito en la vida sea "ser artista", pero la creatividad puede clarificar o enriquecer nuestro objetivo principal ya que intensifica la densidad con la que vivimos nuestra vida.

El mundo se divide fundamentalmente en dos grupos de personas: quien ha hecho las cuentas con su creatividad utilizándola más o menos cada día, y quien, “provocado” por encontrar una solución creativa, dice que “no es una persona creativa”. En realidad, todos estamos conectados con la creatividad, ya que se trata de una habilidad “básica” de nuestro cerebro. Al mismo tiempo, la creatividad no está únicamente relacionada con el uso de un pincel, una máquina de escribir o un cincel de escultor, sino que es una habilidad que podemos utilizar en cualquier ámbito de la vida. De hecho es la misma vida, aquella cotidiana y “normal”, la que nos ofrece cientos de oportunidades al día para poner en práctica nuestra creatividad, como la búsqueda de una idea fuera de la caja en el trabajo, la decoración de un plato que acabamos de cocinar, la organización de la vida de nuestros hijos e incluso la manera en cómo intervenimos durante una reunión de trabajo.