Capitalism Without Capital

Durante siglos, para determinar el valor de una propiedad, de una empresa o, de una granja, hemos contado los objetos físicos, especialmente los bienes duraderos. La naturaleza del valor ha cambiado con el tiempo y hemos pasado de enumerar animales y campos a contabilizar maquinaria y edificios, para al final llegar a los ordenadores. La idea de que los activos tangibles son los que justifican una inversión ha permanecido válida durante mucho tiempo, y solo recientemente han comenzado a prevalecer las inversiones en activos intangibles.

Esto ha provocado cambios profundos, ya que las inversiones intangibles son diferentes de las tangibles: en primer lugar, son muy difíciles de contabilizar y, en segundo lugar, cambian la estructura económica. Esto sucede sobre todo porque causan spillover (efectos colaterales), es decir, ventajas para los sujetos que no son los que hicieron la inversión. Una economía rica en recursos intangibles se comporta de manera diferente a una basada principalmente en recursos tangibles porque genera sinergias, innovación generalizada y bienestar.

Cuando hablamos de cambios en la naturaleza de las inversiones, no queremos decir que hoy invertimos en robots o microchips, sino que ha aumentado exponencialmente la inversión en ideas, aspectos estéticos, marcas y relaciones. Uno de los ejemplos más claros proviene de un mundo bastante físico, el de los gimnasios. Les Mills, campeón olímpico en el levantamiendo de pesas, abrió un exitoso gimnasio en Auckland, pero fue su hijo quien lo convirtió en un negocio millonario al inventar "BodyPump", un programa de entrenamiento con pesas basado en coreografías que se van actualizando. "BodyPump" se ha convertido rápidamente en un producto de gran valor: para practicar el programa es necesario obtener la certificación como entrenador, y el gimnasio debe comprarlo ni más ni menos como si fuese una máquina más. Actualmente, existe en más de diez mil gimnasios en unos cincuenta países diferentes.