Hablar de China no es fácil, como tampoco lo es comprender cómo ha llegado hasta donde está hoy. Esto se debe a que hay muchos aspectos en juego (históricos, económicos, geopolíticos) y cada uno tiene características particulares que han contribuido al éxito de China en el mundo.
El sistema chino es burocrático y autoritario, es decir, no es una democracia como Estados Unidos, pero tampoco es una dictadura, como es el caso de algunos países africanos, ni está militarizada como Brasil u otros países sudamericanos, o como Cuba o Corea del Norte.
China es un Partido-Estado que está reescribiendo su historia, desde las dinastías imperiales hasta Mao, pasando por las reformas de apertura al mundo.
China tiene el récord mundial de crecimiento económico. Entre 1979 y 2011, su economía registró un crecimiento del 10% anual, y actualmente el salario promedio per cápita es 30 veces más alto que en 1979. En ese año China era pobre, pero actualmente es considerado como un país medio rico con un nivel de vida igual al de Brasil, México, Rusia y muchos países de Europa del Este.
En 1979 los chinos podían permitirse gastar alrededor de 1,90 dólares al día, pero las previsiones actuales indican que en 2030 China superará a Estados Unidos en este renglón, pero, sobre todo, será la mayor economía del mundo.
Arthur Kroeber es un periodista que desde hace años se dedica a analizar la situación de China, y explica las 5 causas que contribuyeron al éxito inesperado de este país.
El primer elemento a tener en cuenta es la aplicación del modelo de desarrollo de los países asiáticos. En 1979 Japón ya había conquistado el segmento de mercado que se interesaba en productos tecnológicos de calidad, y era el líder en lo que se refería a las cámaras fotográficas, la electrónica en general y los automóviles. Taiwán, Corea del Norte, Hong Kong y Singapur siguieron su ejemplo. China, aprovechando su cercanía, también supo seguir esta tendencia y adaptar el modelo desde 1979, cuando abrió sus fronteras al exterior. El hecho de que se aplicara este modelo significó grandes inversiones en infraestructura y la exportación de las manufacturas por parte del gobierno.
El segundo aspecto que influyó en el éxito de China es la transición poscomunista. El economista Alexander Gerschenkron había teorizado que un país pobre puede crecer rápido y por mucho tiempo con la descentralización, es decir, utilizando la tecnología que se usa en los países ricos con costos laborales menores. China estaba inmersa en el sistema comunista y su economía se estructuraba siguiendo los principios socialistas, por lo que el gobierno era dueño de todo y controlaba los precios. Por lo tanto, podía aprovechar que contaba con trabajadores de bajos ingresos, que estaban dispuestos a trabajar en granjas por poco dinero. Cuando interrumpió este control, China se expandió.
El tercer aspecto fundamental es la estructura política de China, única en su género, centralizada y a la vez descentralizada. En teoría, el gobierno es controlado por el Partido Comunista chino, que decide todas las políticas, controla los impuestos, los ingresos y guía la economía. Sin embargo, en la práctica, los gobiernos locales han estado decidiendo qué hacer de manera autónoma, es decir, ignorando las políticas del gobierno central.
El cuarto aspecto determinante fue una demografía favorable. Un país crece más rápido si la población es relativamente joven, es decir, si sus habitantes se encuentran en una edad laboral de entre 15 y 64 años, cifra que se mantuvo alta entre 1975 y 2010.
El último aspecto favorable fue estar en el lugar y momento indicados. Tanto la geografía como las circunstancias históricas afectan la capacidad de crecimiento de un país. China ya se encontraba en una zona que era muy dinámica a finales de los setenta, y esos países esperaban invertir en China a costos más bajos.
China logró abrirse en el momento justo, al principio de la globalización, cuando las tecnologías ya estaban avanzadas y la nueva logística incluía el envío por contenedores. Al principio, los contenedores transportaban la mercancía a otro país para que fuera ensamblada y luego a un tercero para la venta. También hay que decir que en ese momento China también se benefició de las buenas relaciones con Estados Unidos. Aunque sus posiciones políticas fueran diferentes, ambos tenían un objetivo común: derrotar a la Unión Soviética, posición que reafirmó el presidente Nixon en una visita a Pekín en 1972.