En promedio, en el mundo, se emiten a la atmósfera 51 000 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la cifra a la que debemos aspirar es cero. No hay otra solución si queremos detener el calentamiento global y evitar los peores efectos del cambio climático. Todos los países se verán obligados a modificar sus hábitos, ya que prácticamente las principales actividades de la vida moderna (como la agricultura, la industria o el transporte) se verán afectadas por este cambio del clima, debido a que todas implican la emisión de gases de efecto invernadero.
Lamentablemente no bastará con que nos limitemos a reducir las emisiones, ya que, al igual que una tina que está a punto de rebosar, reducir el chorro a una simple gota frenará la catástrofe, pero no la evitará. Para llevar las emisiones a cero debemos realizar un cambio a gran escala utilizando todas las herramientas a nuestro alcance, como las políticas de los gobiernos, la tecnología actual, los nuevos inventos y la capacidad de los mercados privados para suministrar productos a un gran número de personas. Durante la pandemia por Covid-19, las emisiones anuales se redujeron un 5%, por lo que estamos hablando de 48 a 49 000 millones de toneladas de dióxido de carbono en lugar de 51 000 millones. Parece mucho, pero el precio que pagamos es muy alto.
Millones de personas perdieron la vida y otras tantas sus puestos de trabajo, y si lo pensamos bien, en realidad las emisiones han bajado muy poco. Esta ligera reducción demuestra que no podemos llegar a una neutralidad climática, ni siquiera acercarnos a ella. Frente a esta situación, hay dos cosas que podemos hacer: adaptarnos a ella, es decir, tratar de minimizar el impacto de los cambios que ya están en marcha o que son inminentes (por ejemplo, gracias a la investigación actual sobre nuevas variedades de plantas que puedan resistir mejor las sequías y las inundaciones) o mitigarla, lo que significa que simplemente tenemos que dejar de agregar gases de efecto invernadero a la atmósfera. Los países más ricos tendrán que ser los primeros en hacerlo, comprometiéndose a eliminarlos para el año 2050.
Para ello, necesitamos nuevas herramientas para combatir el cambio climático: sistemas con impacto cero de producir electricidad y bienes, de cultivar alimentos, de refrigerar o calefaccionar ambientes y de transportar personas y bienes en todo el mundo. La clave para combatir el cambio climático es lograr que la energía limpia sea tan barata y confiable como la de los combustibles fósiles.