Existen pocas cosas que asusten tanto a una persona, independientemente de su clase social y educación, como ponerse en pie, subir a un escenario y hablar delante de un grupo de personas. Ya sea hacer un discurso para una multitud o presentar el último proyecto laboral delante de nuestros colegas, la idea de tener que hablar en público provoca emociones negativas a muchas personas, entre las cuales ansiedad, angustia y un verdadero malestar físico y mental. El motivo de todo esto es sencillo: cuando hablamos en público la atención de muchas personas se concentra en nosotros y esto nos hace sentir todo el peso de su juicio en el caso de que las cosas no salgan bien; y como si no fuera suficiente, la ansiedad provocada incrementa el riesgo de quedarnos con la mente en blanco. Seguro que todos nosotros, alguna vez hemos asistido a una presentación poco convincente en el que el orador estaba visiblemente nervioso, tal vez sus silencios eran demasiado largos y no quedaban claros los conceptos que quería transmitir.
La ansiedad de hablar en público empeora por el hecho de que en algunos casos es inevitable: si tenemos —o queremos obtener— una posición importante y de éxito, ya sea nivel laboral, social o personal, antes o después tendremos que hablar en una ocasión importante; y además tendremos que hacerlo lo mejor posible porque con ello nos estaremos jugando la estima y la confianza de las personas que nos están escuchando.
Afortunadamente los dones del orador pueden estudiarse, profundizarse y mejorarse, e incluso las personas que han perdido las esperanzas podrían convertirse en grandes conferenciantes: igual que en cualquier disciplina, para mejorar necesitamos dedicación, estudio y tanta práctica. Pero antes de empezar es importante tener en mente estos cuatro consejos:
- aprender de la experiencia de los demás: nadie nace orador experto, pero todos pueden convertirse en uno. El camino que lleva a una persona de la ansiedad de hablar en público a la alegría de subir a un escenario no solo es muy beneficioso, sino también revolucionario: sabiendo que incluso los relatores más expertos sienten un poco de miedo escénico, todos los que superan esta situación pueden beneficiarse de un gran aumento de autoestima, que crece cada vez más a medida que se van dando discursos y que tiene el poder de transformar completamente cualquier aspecto de la vida.
- Nunca perder de vista el objetivo: según William James, profesor de psicología en la Universidad de Harvard, "si te preocupas lo suficiente por un resultado, seguramente lo lograrás". Proyectarnos en el futuro y vernos hablar en un escenario de una manera eficaz y con seguridad es el primer paso hacia el éxito.
- No cerrarse el camino hacia el éxito: imaginarnos a nosotros mismos dando un discurso en público no es la única manera de que se haga realidad, para que también sea eficaz es necesario evitar imaginar posibles resultados negativos. Parte del éxito es creer de manera positiva en nosotros mismos y en nuestro esfuerzo.
- Practicar lo máximo posible y en cada momento: con suficiente experiencia es posible convertirse en profesionales en casi cualquier ámbito, y esto también es válido para el arte de la oratoria. Por ello, es fundamental encontrar cualquier excusa para practicar: en la mesa con la familia, en una cena con amigos o con un grupo de compañeros, ejercitarse con pequeños grupos es una gran idea.