Cómo hablar para que los niños escuchen

Cuando las personas miran algunas situaciones desde afuera, a menudo creen que podrían intervenir mejor que los que están directamente involucrados. Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando pensamos en la educación de los hijos: juzgar una situación externamente es muy fácil, por lo que muchos adultos califican como inadecuado el comportamiento y las reacciones de los padres cuando los ven en público. Sin embargo, no es lo mismo tener hijos propios, como bien saben las dos autoras, que dedicaron su vida a encontrar alternativas constructivas a las clásicas reacciones de las madres y los padres ante el llanto de los niños o la resistencia de estos a las indicaciones que reciben. 

Todo padre sabe que relacionarse con sus hijos es un desafío cotidiano. Los niños no siempre se portan bien ni tampoco actúan como les gustaría a los adultos. Cuando tienen hambre, están cansados o no se sienten bien, pueden hacer berrinches o tener dificultad para seguir las indicaciones de los adultos.

Según las autoras, en la mayoría de las situaciones el problema está en la comunicación. El diálogo padres-hijos debe basarse en la transparencia y la comprensión, y requiere de tiempo y paciencia, porque hay que respetar las etapas evolutivas del niño, que en la primera parte de su vida es incapaz de comprender cuáles son las consecuencias de sus acciones sobre los demás.