Desde que su madre murió de cáncer cuando tenía 56 años, a menudo Michelle Zauner llora cuando está en un H Mart, la cadena de supermercados asiática más grande de Estados Unidos. Solo allí consigue reencontrarse con el recuerdo de su madre, a quien vuelve a ver mientras cocina o compra alimentos tradicionales coreanos. Ahora que su madre no está, Michelle suele preguntarse si todavía puede considerarse coreana, ya que no tiene más acceso a la gran riqueza de conocimientos de esta cultura.
Su madre le transmitió su amor principalmente a través de la comida, y ahora Michelle siente dolor y rabia cuando ve a familias o personas mayores divirtiéndose mientras comen en un lugar típico dedicado a la cultura asiática, porque son momentos que, a causa de la muerte de su madre, ya no podrá volver a vivir.
Generalmente, los H Mart se encuentran en la periferia, en barrios llenos de letreros en chino o coreano y en centros comerciales específicos para asiáticos. El H Mart al que suele ir la autora está ubicado en Elkins Park, cerca de Filadelfia, y Michelle va allí todas las semanas. La plaza de comida está llena de puestos y quioscos donde comer platos típicos de toda Asia, como sushi, ramen y tteokbokki, los típicos ñoquis de arroz coreanos. Todas las veces que va, Michelle observa a la gente mientras come y se pregunta cuántas de esas personas extrañan a su familia.
En cinco años, Michelle Zauner perdió a su madre y a su tía a causa del cáncer y solo cuando va a H Mart consigue recordar quiénes eran exactamente las dos mujeres antes de la enfermedad.
Michelle tenía 25 años cuando murió su madre, de nombre Chongmi. Recuerda perfectamente todo lo que comía y cuáles eran sus platos favoritos. Su mamá demostró su amor por su familia a través de la comida.
Sus padres se conocieron en Corea del Sur, donde su papá, que es estadounidense, se encontraba por trabajo. Chongmi era la recepcionista del hotel donde él se alojaba. Después de salir durante unos tres meses, se comprometieron y vivieron durante varios años dando vueltas por el mundo, antes de regresar a Seúl, donde nació Michelle. Cuando la niña tenía casi un año, la familia se mudó a Eugene, Oregón, en una casa en las afueras de la ciudad.
Allí Michelle pasaba la mayor parte del tiempo con su madre, porque no había niños con los que jugar.