El progreso humano está marcado por momentos en los que llega algo nuevo, capaz de revolucionar nuestras vidas. Estos son los cambios que pueden llevarnos de cero a uno, capaces de añadir algo que antes no existía y por tanto, construir y forjar nuestro futuro.
Un cambio de este tipo llega normalmente tras una intuición sobre la naturaleza humana, cuando un individuo o una empresa consiguen poner en discusión una verdad aceptada por la mayoría, creando un producto o una solución que responde a una necesidad de la comunidad.
Esto es el progreso vertical, y es difícil de prever porque supone la creación de algo que no existía. Es lo que normalmente llamamos progreso tecnológico, y se basa en innovación y creación.
Cuando en lugar de crear soluciones originales, copiamos y cambiamos, e incluso mejoramos, lo que ya han hecho otros, hablamos de progreso horizontal. No estamos partiendo de cero, sino de uno. Lo máximo que podremos hacer es ir de uno a n.
Si la innovación es sinónimo de progreso tecnológico, el progreso horizontal, que construye sobre soluciones que ya existen, es sinónimo de globalización. Lleva a una mayor oferta, a un mayor número de empresas que compiten por el mismo fragmento de mercado.