Durante más de siete años, el Doctor Dispenza estudió casos de personas que experimentaron curaciones espontáneas de enfermedades graves. Estos hombres y mujeres que se curaron sin seguir un tratamiento alternativo o no convencional, lograron sanar sus cuerpos autónomamente, pero en un primer análisis no había ningún factor del comportamiento que pudiera explicar esta situación. Visto que estas curaciones no podían atribuirse a ningún tipo de tratamiento específico probablemente el cerebro activó procesos que provocaron la inesperada mejora física de los pacientes.
Todas las personas de las que el Doctor Dispenza analizó las “milagrosas” curaciones vivieron las mismas coincidencias. Por ejemplo, quien había vivido una curación espontánea estaba convencido de que una inteligencia superior se había apoderado de su cuerpo y lo había curado: de todos modos, el Doctor Dispenza está convencido de que es la inteligencia humana, adecuadamente canalizada, la que regula todas las funciones del cuerpo para sanar la enfermedad.
La manera en la que un ser humano piensa puede influir en su cuerpo y también en su vida: existe un campo emergente de la ciencia llamado psiconeuroinmunología que ha demostrado la conexión entre la mente y el cuerpo.
De hecho, los pensamientos tienen la capacidad y el poder de cambiar el estado interno del cuerpo físico: no estamos hablando solamente de identidades intangibles, sino de sentimientos que se vuelven físicos influyendo en las respuestas del cuerpo humano y las reacciones de quien las experimenta.
Todas las personas a las que se les ha diagnosticado una enfermedad grave son conscientes de que, para curarse, tienen que intentarlo hasta el final. Es gracias a esta conciencia que los pacientes reflexionan y examinan profundamente qué tipo de personas han sido hasta este momento y en qué tipo de personas quieren convertirse. De esta manera, literalmente formatean su ser y sus hábitos, dando vida a un cambio real y duradero que les permite evolucionar en la mejor versión de sí mismos.
Este tipo de concentración y autoanálisis puede llegar a elevar a las personas hasta un nivel de meditación en el que se separan de su cuerpo y del ambiente que las rodea, permaneciendo únicamente conscientes de sus pensamientos, hasta tal punto que estos adquieren un rol y una importancia fundamental para su cambio.
En el campo científico se está investigando cómo los pensamientos repetitivos pueden reforzar las conexiones neurológicas e influenciar la manera en la que el cerebro humano funciona. De hecho, el cerebro reacciona a cada experiencia, pensamiento y aprendizaje, aplicando el concepto de plasticidad.
Es necesario pensar en la consciencia como aquello que mantiene ocupada a la “bio-computadora”, llamada cerebro: es como la corriente eléctrica que hace que una computadora y todos sus programas funcionen. El inconsciente (o consciencia objetiva) tiene más conocimiento de lo que personalmente un ser humano cree que sabe, incluso cuando uno piensa que lo sabe todo.
Cuando somos capaces de utilizar ambas características, ya sea la consciencia activa que el inconsciente, entonces podemos llegar a modificar nuestra “bio-computadora” y hacer que su sistema operativo evolucione.