El diccionario define la ansiedad como "un sentimiento de preocupación, nerviosismo o incomodidad, generalmente relacionado con un evento próximo o situación cuyo resultado es incierto". Para mucha gente, la ansiedad es un compañero de vida. Hay muchas personas que se despiertan ansiosas y ni siquiera logran entender por qué sienten tanta ansiedad durante todo el día. En estos casos se habla de trastornos de ansiedad generalizada, pero existe una lista muy larga de trastornos relacionados con la ansiedad.
En 2018, la Asociación de Psicólogos Estadounidenses entrevistó a mil adultos en el país y descubrió que el 39% se sentía mucho más ansioso que en 2017, y otro 39% había experimentado el mismo nivel de ansiedad que el año anterior.
En 2017, en un estudio publicado en la revista JAMA Psychiatry, se analizaron los niveles del trastorno de ansiedad generalizada en todo el mundo, y se descubrió que en los países de ingresos altos el porcentaje de personas que lo padecen es mayor que en los países de ingresos medios o bajos.
La ansiedad es un animal extraño: es un pariente cercano del pánico y ambos surgen del temor de que los humanos no puedan manejarse como quisieran, a pesar de los millones de años de evolución. Los humanos desarrollaron una nueva capa que se ubicó en el cerebro más primitivo, dedicado a la supervivencia. Los neurocientíficos la llaman corteza prefrontal. La ansiedad surge cuando la corteza prefrontal no tiene suficiente información para predecir el futuro con precisión. Sin información precisa, rápidamente el cerebro humano comienza a inventar historias de miedos y temores que no se pueden controlar.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en esencia, el miedo no es lo mismo que la ansiedad. El miedo es un mecanismo adaptativo fundamental para la supervivencia, mientras que la ansiedad es un mecanismo de desajuste en el que el cerebro humano se descontrola si no dispone de la información suficiente.