El universo es tan grande que es difícil describirlo en base a las dimensiones con las que tenemos experiencia directa. Solo podemos tratar de "visualizarlo" recurriendo a algunos trucos. Para ello, se requiere un poco de imaginación. "Supongamos" que una pelota de baloncesto es nuestro planeta, luego tomamos una pelota de tenis y la colocamos a 7 pasos del balón. Esa es la Luna. Tratemos de verlas flotando en la oscuridad, separadas por un espacio vacío. Para pasar del modelo a la realidad, tendríamos que ampliarlo 53 millones de veces. A escala cósmica, la distancia entre la Tierra y la Luna es minúscula: si quisiéramos representar también al Sol, necesitaríamos una esfera de unos 26 metros de diámetro que estuviera a casi 3 kilómetros de la pelota de básquet. Intentemos reducir el tamaño del Sol al de una mota de polvo, aproximadamente una centésima de milímetro. A pesar de ello, el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, estaría a casi dos mil kilómetros (más o menos la distancia que hay en línea recta entre Roma y Estocolmo), y toda la galaxia sería una nube con un radio de miles de kilómetros, compuesta por cientos de miles de millones de diminutas motas de polvo separadas entre sí por cientos de metros de espacio vacío. Si reducimos la nube un millón de veces, tendremos una imagen más “manejable”. La Vía Láctea es un disco de un metro de diámetro con una anchura de un par de centímetros, pero el Sol es cien veces más pequeño que un átomo de hidrógeno. Y por si fuera poco, la galaxia M31 Andrómeda, la más cercana a la nuestra, es otra nube y está a unos veinte metros de distancia. ¿Y las galaxias más lejanas? Están a cientos de kilómetros de distancia.