Eight Dates

Una relación de pareja no es un cuento de hadas con la inscripción "...y vivieron felices para siempre", ni una cuestión de suerte. Es una elección y, como tal, hay que gestionarla todos los días. Decidir compartir el resto de nuestra vida con una persona es una de las mayores aventuras que se pueden emprender. Pero no siempre será fácil. Una relación debe construirse paso a paso, colocando al otro en el centro de nuestros pensamientos. Sin embargo, al hacerlo, no debemos olvidarnos de nosotros mismos. Una relación duradera no está hecha de sacrificios, sino de diálogos. Un elemento que nunca puede faltar en una pareja es la curiosidad hacia el mundo interior de nuestro compañero o compañera. Seguir descubriéndonos día tras día, incluso después de estar casados durante más de treinta años, es uno de los secretos para que una relación sea duradera.

La capacidad de tener conversaciones constructivas es la clave para entender si una relación perdurará en el tiempo o terminará pronto. Se requiere práctica, pero también es importante encontrar momentos para la pareja donde podamos compartir nuestros pensamientos. Una especie de cita, donde salgamos a cenar o planeemos algo en casa, como cuando dos personas están empezando a conocerse. Estas citas permiten aumentar el respeto, la empatía y la comprensión mutua, abordando temas específicos como la intimidad, nuestros sueños, nuestras ideas sobre el dinero, la espiritualidad, o el deseo de tener hijos o no.

Otro punto fundamental es que toda relación duradera requiere un alto nivel de vulnerabilidad por parte de ambos compañeros. Ser vulnerable no significa ser débil. Todo lo contrario. Significa abrirse a la otra persona sin reservas, apostando todo en esta relación. Es el clásico caso en el que para que algo funcione, debemos poner todos nuestros huevos en la misma canasta. Con el riesgo de perderlos todos. Al igual que en una apuesta "all-in" en un juego. Pero solo así la relación florecerá primavera tras primavera.