Cuando nos encontramos ante una dificultad, en cualquier ámbito de nuestra vida personal o profesional, casi siempre tenemos la intención de perseverar; de algún modo, es así que nos educan, como cuando el entrenador de nuestro equipo nos empuja a no renunciar. En realidad, el autor está convencido de que las personas realmente exitosas saben cuándo llega el momento de abandonar, y saben hacerlo correctamente. De hecho, tarde o temprano, todos nos rendimos, pero la mayoría de las personas lo hace de la manera equivocada. En cambio, para convertirse en personas exitosas tenemos que ser capaces de reconocer la típica situación en la que la mayoría de las personas decide retirarse.
El autor quiere demostrar que a menudo decir basta y renunciar es una estrategia eficaz que puede ayudarnos a tener una vida exitosa gracias a la posibilidad de redistribuir las propias habilidades en otros proyectos. Existen casos en los que es necesario renunciar: esto sucede en proyectos que nos desvían del ámbito en el que podemos convertirnos realmente en los mejores del mundo (para lograr serlo, no podemos hacer de todo diseminando nuestros recursos en más de un frente). Pero, en otros casos, renunciar es la elección equivocada, y por lo tanto debemos ser capaces de distinguir las diferentes situaciones.
Así que, es importante reconocer la típica estructura de las situaciones difíciles, para entender en qué estado nos encontramos y evaluar si debemos o no abandonar. El autor identifica tres tipologías de situaciones difíciles. Una es la del salto, la situación en la que perseveramos hasta el punto en el que volver atrás o renunciar es imposible y, por lo tanto, no podemos hacer otra cosa que precipitar. Normalmente, este contexto no se toma mucho en consideración, porque es muy peligroso y bastante anómalo en un ámbito comercial. Aún quedan dos tipologías de situaciones difíciles que es siempre útil entender cómo distinguirlas: el abismo y el callejón sin salida.
La lógica del abismo regula prácticamente todo lo que en la vida vale la pena afrontar. Cada vez que iniciamos una actividad nueva —ya sea un deporte, un trabajo, un hábito, un proyecto, una relación o una trayectoria académica— la fase inicial es la más fácil: tenemos ganas y entusiasmo, y además vemos los primeros resultados rápidamente. La curva de crecimiento se mantiene en ascenso durante un período de tiempo pero, inevitablemente, antes o después caeremos en el abismo: esa “zona” en la que debemos empezar a trabajar duramente, esforzarnos y afrontar numerosas dificultades para pasar de principiantes a expertos, es decir llegar a ser las personas que logran dominar la materia sin problemas. Por ejemplo, podría ser la larga trayectoria académica que hay que afrontar para convertirse en un médico reconocido, o todos los trabajos burocráticos que tenemos que hacer antes de poder abrir nuestra empresa. Suele ser un momento largo y difícil, pero es la única manera para remontar y llegar a la cima.
Por último, la otra situación difícil en la que podemos encontrarnos es el callejón sin salida. Cuando trabajamos mucho e invertimos una gran cantidad de energía, pero nada se mueve y tampoco vemos que la situación mejore (o empeore), quiere decir que hemos entrado en un callejón sin salida; es necesario salir de él enseguida, o renunciar a lo que estamos haciendo porque sino, a largo plazo, estaremos malgastando todos nuestros recursos en un proyecto que no nos lleva a ningún lado.
Entonces, el secreto del éxito es reconocer si hemos entrado en el abismo o en el callejón sin salida; hay que perseverar en los abismos, porque pueden llevarnos a la cima, y renunciar en los callejones sin salida, porque delante solo tenemos una pared impenetrable.