La vida no siempre transcurre como nos gustaría o como nos hubiésemos imaginado. Hay muchos eventos que pueden debilitar las relaciones, el mundo que nos rodea y a nosotros mismos. Cuando las cosas no salen como quisiéramos, corremos el riesgo de sufrir un paro emocional.
Lamentablemente la depresión, la infelicidad o la tristeza son problemas reales de la sociedad actual que se están difundiendo cada vez más en muchos otros niveles, con efectos negativos en la escuela, la familia, el entorno laboral e incluso las relaciones interpersonales. Se trata de un gran problema, por lo tanto no es correcto generalizar, pero también es cierto que para cada problema siempre hay una solución, que al menos podemos intentar poner en práctica.
Una de las soluciones que han demostrado ser efectivas es el Mindfulness. La atención plena es una práctica que puede guiarnos hacia la consciencia de nuestro entorno a través de la meditación. Ha demostrado ser útil para contrarrestar ciertas dificultades relacionadas con la depresión, la infelicidad y el sufrimiento emocional. El objetivo es llevar a la persona a una nueva consciencia a través de un cambio, una especie de traslación de lo que creemos que es a lo que realmente es, del pensamiento al ser, de la actitud de hacer a la focalización en el ser. Además de la consciencia, aquellos que se embarcan en un viaje de Mindfulness también aprenden a permanecer en el momento presente sin juzgarlo.
Existe un enfoque, el MBCT (del inglés Mindfulness Based Cognitive Therapy) o “Terapia cognitiva basada en el Mindfulness”, que afronta el recorrido siguiendo unos criterios muy concretos. Podemos emprender este camino solos, en pareja o en grupo, con el apoyo de una guía práctica y a través de ejercicios que lleven al alumno desde un punto inicial hasta el final.