Los seres humanos expresan pensamientos, sensaciones e intenciones a través de dos tipos de lenguaje: el verbal y el no-verbal. El lenguaje verbal se enseña a los niños desde una edad temprana, y es el medio más directo de comunicación entre los seres humanos. El lenguaje no-verbal está formado por toda una serie de gestos, expresiones faciales, movimientos, postura, ropa y accesorios que, más o menos conscientemente, las personas utilizan para comunicar algo a alguien. El lenguaje corporal constituye hasta el 65% de toda la comunicación interpersonal entre individuos. Para entender la importancia del lenguaje no-verbal de una persona, podemos pensar cuando vamos de viaje al extranjero, a un país del que no conocemos su idioma, y queremos entender si la persona que tenemos delante es amigable o no. Simplemente observándola con atención, podremos ver su estado de ánimo. Por ejemplo, si nos mira de reojo podría ser que sus intenciones no fueran muy amables, mientras que si sube las cejas y nos da la mano es posible que quiera instaurar una relación positiva con nosotros.
El lenguaje corporal comprende todo aquello que las palabras excluyen: expresiones de la cara, tipo de mirada, gestos con las manos, posición de los pies, postura, pequeños movimientos —por ejemplo el repiqueteo de los dedos— el tono de voz y, por último, la ropa y los accesorios que lleva una persona. Por ejemplo, el lenguaje no-verbal es el responsable de esa sensación que llamamos “a primera vista” cuando conocemos a alguien por primera vez y enseguida, instintivamente, sabemos si esa persona nos cae bien o no. Conocer el lenguaje corporal no solo es importante para entender mejor a nuestro interlocutor, sino también para comunicar con mayor éxito lo que sentimos y deseamos. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo no deberíamos adoptar una postura ligeramente encorvada con la barbilla hacia abajo. De esta manera daríamos la impresión de ser sumisos en un contexto en el que deberíamos mostrarnos seguros de nosotros mismos. A veces se trata de momentos muy breves o reacciones que pasan en un par de segundos, pero que no pasan desapercibidos a un ojo atento.
No siempre es sencillo entender si un determinado comportamiento es auténtico. De hecho, el lenguaje corporal también puede manipularse aunque es más complicado respecto al lenguaje verbal. Por ejemplo, una sonrisa puede ser falsa. La diferencia entre una sonrisa espontánea y una falsa es que la primera utiliza instintivamente diferentes músculos faciales para dirigir los lados de la boca hacia los ojos, mientras que en la segunda, también llamada “sonrisa de cortesía”, los lados de la boca se dirigen hacia las orejas y los ojos no participan en el acto de sonreír.