Hoy en día, crecemos con la idea de que ser un genio desordenado es la única forma de lograr el éxito en la vida. Los libros de historia, los discursos de motivación y la literatura de autoayuda priorizan a todos esos personajes que mostraron que el éxito se obtiene demostrando un ego inmenso. También se estimula el ego en la presencia pública que tenemos en internet y en redes sociales, ya que constantemente escuchamos que, para ser vistos y reconocidos por nuestro trabajo, debemos construir nuestra marca personal, destacar entre la multitud, abrirse camino y ser vistos continuamente. Debemos ser únicos, originales y mostrar nuestra creatividad, para bien o para mal, o de lo contrario estaremos condenados al fracaso. Esto es lo que nos dicen y aconsejan que hagamos para convertir nuestros sueños y proyectos en realidad.
El problema es que esto es solo una ilusión. La historia está llena de genios desordenados que vivieron el fracaso de primera mano gracias a que demostraron tener un ego desmedido. Otro problema es que el ego, nuestro peor enemigo, vive cómodamente dentro de nosotros, por lo que es muy fácil dejarse llevar por sus impulsos. Después de todo, forma parte de nuestro carácter, y las personas con ambición y talento a menudo tienen ego de sobra Sin embargo, dejarse llevar por los caprichos del ego es lo peor que podemos hacer. En cada momento que tengamos un poco de ambición, un proyecto o éxito (e incluso si las cosas no salen como las planeamos) el ego estará al acecho, y no puede esperar para salir a la luz y mostrarles a todos lo buenos, inteligentes y únicos que somos. Así, terminado arruinando el duro trabajo que veníamos realizando. Si tuviéramos que definir el ego en pocas palabras, podríamos decir que es "una creencia insalubre de nuestra importancia". El ego nos dice que somos los mejores, los más inteligentes, que tenemos talento y somos especiales, y que por esta razón somos los elegidos. A través de estas creencias, que muchas veces son infundadas o exageradas, el ego nos convence de que ya hemos alcanzado nuestro objetivo, lo que nos impide seguir mejorando, creciendo y aprendiendo.
Todos podemos ser víctimas de nuestro ego, especialmente durante tres momentos fundamentales de la vida que viviremos: la ambición, el éxito y el fracaso. Cualquiera que sea el momento en el que nos encontremos, debemos estar preparados para dejar a un lado nuestro ego y comportarnos de forma diferente a como nos enseñaron, porque es la única manera de asegurarnos de que nuestros proyectos tendrán éxito y que llevaremos una vida feliz y plena.