El cerebro pesa apenas un kilo y medio, pero es el objeto más complejo del sistema solar. Representa el 2 por ciento del peso corporal, pero consume el 20 por ciento de nuestra energía. Se estima que está compuesto por cien mil millones de neuronas, con una cantidad exponencial de conexiones y vías neuronales. El 80 por ciento de nuestros genes se expresa en las funciones cerebrales.
La mente siempre ha sido uno de los mayores desafíos científicos del hombre. Obviamente, en el pasado, el límite estaba representado por el hecho de que el cerebro no era "accesible". No es casualidad que el primer gran descubrimiento ocurriera en 1864, durante la guerra franco-prusiana. Gustav Fritsch, un médico alemán, se encontró socorriendo a decenas de soldados con heridas abiertas en el cráneo, y por lo tanto, con sus cerebros expuestos. Fritsch notó que al tocar estas áreas expuestas, la parte opuesta del cuerpo del herido se movía. Posteriormente, Fritsch logró demostrar mediante estimulación eléctrica que el hemisferio izquierdo controla el lado derecho del cuerpo y viceversa. Su descubrimiento demuestra la naturaleza eléctrica del cerebro y cómo cada región particular controla la parte contralateral del cuerpo.
También en el siglo XIX, los descubrimientos de Paul Broca y Carl Wernicke permitieron establecer una conexión clara entre problemas de comportamiento como los déficits del lenguaje y lesiones en regiones específicas del cerebro.
El descubrimiento de la existencia de vías eléctricas entre el cerebro y el cuerpo se profundizó a partir de la década de 1930. El trabajo del médico Wilder Penfield hizo posible trazar un esquema de las correspondencias directas entre regiones específicas de la corteza y el cuerpo humano: sus dibujos son tan precisos que aún se utilizan hoy en día. Estas conexiones están distribuidas de manera funcional: dado que las manos y la boca desempeñan un papel vital para la supervivencia, se dedica una cantidad significativa de recursos cerebrales a su control, mientras que las terminaciones nerviosas en nuestra espalda son casi nulas.