La ciudad de Babilonia se convirtió rápidamente en un desierto cuando sus habitantes la abandonaron. El lugar en el que surgió la ciudad se encuentra en Asia, a 600 millas al este del canal de Suez, a una latitud de aproximadamente 30 grados por encima del ecuador, la misma de Yuma, en Arizona. También el clima de Babilonia era parecido al de la ciudad estadounidense: caliente y seco. De lo que fue una importante zona agrícola, muy poblada y próspera, hoy en día solo queda un terreno árido y borrascoso: ya no existen ni los campos fértiles, ni la ciudad, ni las largas caravanas de mercancías.
Babilonia se recuerda como un ejemplo de ciudad rica y próspera, aunque no estuviera en una zona adecuada para su desarrollo y aún menos rodeada de recursos naturales, como bosques o minas. Tampoco tenía piedras para construir edificios; no había caminos ni carreteras en las cercanías y el agua de la lluvia no era suficiente para el cultivo. Babilonia solo poseía dos recursos naturales, un suelo fértil y el agua del río, que se desvió con una gran obra de ingeniería, gracias a presas e inmensos canales de irrigación para los campos. Un sistema nunca visto antes, que permitía a los babilonios tener cosechas abundantes.
La antigua ciudad es un ejemplo de la habilidad del ser humano para alcanzar grandes objetivos a través de cualquier medio a su disposición: todo lo que contribuyó a su prosperidad fue desarrollado por el ser humano, así como sus riquezas. Afortunadamente, durante su larga existencia esta ciudad fue dirigida por personas que no tenían interés en la guerra o las conquistas, y por ello solo tuvo que hacer frente a conflictos locales o defenderse de pueblos ambiciosos que la atacaron en busca de tesoros maravillosos. El gobierno siempre fue un ejemplo de sabiduría, iniciativa y justicia: Babilonia nunca tuvo monarcas que sacrificaron los intereses de la ciudad para satisfacer sus ansias de poder y egoísmo.
En el curso de los siglos, después de ser abandonada, no quedó mucho de su antiguo esplendor, pero el territorio empezó a llamar la atención de los arqueólogos porque, de vez en cuando, se encontraban pedazos de recipientes de cerámica, que salían a la superficie gracias a las tormentas ocasionales. Fue así que empezaron las expediciones financiadas por los europeos y los museos estadounidenses. En poco tiempo, estas operaciones sacaron a la luz antiguas ciudades, entre las cuales Babilonia. Originariamente, estaba construida de ladrillos y sus habitantes eran educados e ilustrados: fueron los primeros ingenieros, los primeros astrónomos y los primeros matemáticos. Además del sistema de irrigación, los ingenieros babilonios recuperaron, gracias a un sistema de drenaje muy elaborado, un área muy grande de terreno pantanoso en la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates para dedicarla al cultivo. Según las descripciones, la ciudad era moderna y tenía calles y tiendas. Los babilonios tenían una fuerte inclinación hacia el arte como la escultura, la pintura, la elaboración del oro y la producción de armas metálicas. Los joyeros crearon verdaderas obras de arte y muchas de ellas se encontraron en las tumbas de los ciudadanos ricos, y hoy en día están expuestas en los museos de todo el mundo.
Además, este pueblo era muy conocido por sus habilidades en el comercio y las finanzas: y ya que desde ese entonces los mecanismos que nos permiten prosperar económicamente no han cambiado mucho, tiene sentido tomar algunas historias de los babilonios como ejemplo para entender mejor qué es lo que debemos hacer para enriquecernos y gestionar mejor nuestro dinero.