Un libro sobre el deporte, la interioridad y la vida. Timothy Gallwey es un extenista y entrenador profesional, y a través de este libro busca introducirnos en las dinámicas psicológicas del juego del tenis, mostrándonos además el paralelismo que hay entre estas y la vida cotidiana.
El autor estadounidense cree que la mayoría de las personas no aprende, no practica y no se forma adecuadamente, independientemente del sector. Por lo tanto, propone un nuevo método que él mismo desarrolló, el cual se aplica en dos niveles: interior y exterior. Estos dos niveles de nuestro ser están controlados por dos partes distintas del yo que interactúan entre sí. Si logramos entrar en este mecanismo y controlarlo, entonces lograremos completar cualquier cosa y viviremos mejor.
El "Yo Número 1" es el que se conecta al ego a través de los pensamientos. Muchas veces provoca respuestas negativas si lo que estamos haciendo no produce buenos resultados, pero que nos felicita y enaltece cuando las cosas salen bien.
En cambio, el “Yo número 2” es el que está conectado con el cuerpo y el instinto.
A primera vista, el tenis puede parecer un deporte predominantemente físico en el cual, para ganar, debemos concentrarnos en vencer al rival. Pero, lamentablemente, esto no se corresponde con la realidad. Para que un tenista libere todo su potencial, este debe comprender que el tenis es principalmente un deporte "mental", y que para ganar debe concentrarse en sí mismo.
Los jugadores de tenis exitosos son aquellos que pueden calmar al Yo Número 1 y dejar que el Yo Número 2 tome el control del proceso. Sin embargo, es muy raro que esto suceda.
Muchas veces, cuando vemos un partido, notamos que los jugadores se están esforzando físicamente y tienen mucho estrés. Sus rostros están muy serios y tensos, y podemos adivinar que sus pensamientos también lo son. Estas manifestaciones muestran que su parte interna no está en sintonía ni calibrada a la frecuencia correcta, y que el ego está haciendo un gran esfuerzo por tomar el control, lo que también genera síntomas físicos.
El objetivo debería ser llegar a jugar sin pensar tan activamente o esforzarse de manera desproporcionada. Pero, una aclaración. Para ganar, debemos trabajar duro y dejar toda nuestra energía en el campo. Sin embargo, hay una diferencia entre comprometerse y comprometerse demasiado, lo que suele llevar a la frustración (o incluso al enojo). Debemos prepararnos, entrenar y dar lo mejor de nosotros, pero una vez que estemos jugando, tenemos que tener fe en el trabajo realizado, evitar culparnos y dejar que nuestro Yo Número 2 tome el control y guíe nuestras acciones. Esto nos permitirá conservar nuestra valiosa energía mental, que luego se transformará en energía física.