Cuando Barack Obama se postuló para la presidencia, el lema era la palabra "esperanza", porque la posibilidad misma de que un presidente afroamericano resultara elegido, en medio de la agitación y las heridas abiertas por el 11 de septiembre, hacía que hubiera esperanzas para un cambio determinante en la sociedad y la política estadounidense. Por esta razón, el trabajo de numerosos voluntarios fue mucho más incansable e imparable que el de otras campañas electorales, y un gran número de personas de todas las edades se unieron para colaborar unidas y hacer realidad un sueño.
Entre ellos estaba el autor, Ben Rhode, a quien le interesaba la política y era simpatizante del Partido Demócrata. Durante meses intentó acercarse a Obama sin éxito, hasta que fue convocado para ayudar a redactar discursos relacionados con la cuestión iraquí gracias a sus cinco años de experiencia en la comisión sobre Irak después del 11 de septiembre. A partir de ese momento comenzó a redactar los discursos oficiales, y permaneció junto a Obama hasta el final de su presidencia, casi nueve años después.
En un principio, el trabajo de Rhodes se limitaba a redactar los discursos oficiales que daría el posible futuro presidente en sus eventos alrededor de todo el mundo. El tema de la guerra de Irak se volvía cada vez más importante para la campaña, y Rhodes escribió su primer discurso famoso justamente sobre esta cuestión. Se trata del "gran discurso sobre terrorismo" en el que Obama expresó sus críticas a la guerra de Irak, pero al mismo tiempo condenó los actos terroristas.
Muy pronto, mientras viajaban de un país a otro durante la campaña electoral, quedó claro que el mundo occidental apoyaba a Obama. En Berlín se presentó una multitud para escuchar su discurso y los periódicos lo recibieron con entusiasmo. También lo apoyaba gran parte del pueblo estadounidense, especialmente los jóvenes, simpatizantes de izquierda y la comunidad afroamericana, que estaban muy emocionados por la posible victoria de un presidente negro. Sin embargo, el problema persistía. Parecía que cada día la prensa, los medios y la oposición republicana encontraban un nuevo motivo para criticar las decisiones del candidato a presidente y su equipo.
Esto tampoco cambió con la victoria de Obama en las primarias del Partido Demócrata contra Hillary Clinton, y luego con su nombramiento como presidente de los Estados Unidos. A lo largo de su doble mandato, Barack Obama y su equipo tuvieron que lidiar con ataques injustos, desinformación, noticias falsas y racismo.