Todos nosotros tenemos que afrontar cotidianamente obstáculos de cualquier tipo: podemos no estar satisfechos con nuestro trabajo o con nuestras relaciones, puede que tengamos un accidente o un problema de salud, o incluso algo podría entrometerse entre nosotros y la realización de un proyecto. Aún así, sin importar lo que tengamos que afrontar —desde la situación más banal hasta la más seria— siempre tendremos una posibilidad para escoger: paralizarnos por el obstáculo o superarlo. Algunas personas ven inmediatamente los obstáculos como infranqueables, se identifican con el papel de víctimas de la situación y no hacen nada para salir de ella. En cambio, otras personas consiguen cambiar su punto de vista de negativo a positivo, de “todo me sucede a mi” a “puedo aprovechar esta ocasión para”. Como decía el emperador romano Marco Aurelio: “El impedimento a la acción lleva a la acción. Lo que obstaculiza se convierte en el camino”, porque dentro de cada obstáculo hay una oportunidad de mejora. Marco Aurelio tenía bastante experiencia con los obstáculos de la vida, entre guerras, epidemias de peste, golpes de estado y traiciones. A pesar de que tuvo una vida bastante más dura de la que la mayoría de nosotros tenemos hoy, nunca perdió la paciencia, la gracia o el coraje, y por ello todos los admiraban y lo consideraban un gran hombre y un gran emperador. El pensamiento de Marco Aurelio formaba parte de la tradición filosófica del estoicismo, una filosofía pragmática con una fuerte connotación ética que en el curso de la historia ha inspirado a muchos grandes líderes. El estoicismo afronta los problemas de la vida real asumiendo que debemos concentrarnos en lo que podemos controlar, es decir en factores externos como emociones, juicios, actitudes, reacciones y decisiones. Los filósofos del estoicismo —como Zenón, Séneca o Epicteto, entre otros— promulgaron esta filosofía como una especie de sistema para afrontar las dificultades de la vida. Tomando como punto de partida la filosofía estoica, también nosotros podemos aprender a transformar los obstáculos en oportunidades a través de una disciplina compuesta por tres puntos:
- percepción, es decir la manera en la que vemos el mundo, que puede ser objetiva o llena de prejuicios;
- acción, que tiene que ser directa, deliberada, audaz, creativa, flexible y persistente;
- fuerza de voluntad, sobre la cual tenemos un control total incluso cuando lo hemos perdido todo.
A menudo las personas pierden la confianza en su camino porque se encuentran delante de un obstáculo. Pero en vez de evitar los obstáculos tenemos que afrontarlos, usarlos a nuestro favor y transformarlos en condiciones que nos preparen para el éxito. Esto es lo que hace el estoico: encontrar una manera para transformar cada evento negativo en positivo, usando cada situación como una oportunidad para dar lo mejor de sí mismo. Porque aunque no podamos controlar los eventos, sí que podemos controlar la manera en que reaccionamos. El estoico se convierte en una persona mejor y más fuerte cuantos más obstáculos afronta. Pero que quede claro que superar un obstáculo no quiere decir que haya desaparecido. Tenemos que aceptarlo: siempre habrán obstáculos en nuestra vida. Sin embargo nuestro modo de afrontarlos nos permitirá no solo superarlos, sino también convertirnos en personas mejores.