El 1 de diciembre de 1955, en Alabama, Rosa Parks, una mujer de unos cuarenta años que trabajaba como planchadora, se subió a un autobús para volver a su casa. Se sentó en el lugar reservado para los negros, estaba cansada y tenía los pies hinchados. A un cierto punto el autobús se llenó y el conductor le pidió que se levantara para ceder su lugar a un blanco. La mujer, con mucha entereza, se limitó a decir que “No”, de manera tranquila pero muy decidida. Fue en este momento que el conductor llamó a la policía y luego Rosa Parks fue procesada y condenada por alteración del orden público. Gracias a ese “No” pronunciado con tanta determinación empezó el movimiento de protesta por los derechos civiles de los negros guiado por Martin Luther King, y que llevó a la Corte Suprema de los Estados Unidos a declarar inconstitucional la segregación en los autobuses públicos de Alabama. Rosa Parks se convirtió en un modelo para muchas personas y en un ícono de la lucha por los derechos civiles, pero pocos saben que era una persona tímida e introvertida. Uno de los “No” más famosos de la historia fue pronunciado por una persona callada y tranquila que, gracias a su firmeza, logró convertirse en el símbolo de una protesta que cambió el rumbo de la democracia estadounidense. Cuando murió, las personas que la conocían bien, la describieron como una mujer de carácter fuerte pero al mismo tiempo reservada.
La vida de una persona no se caracteriza solo por la raza y el género, sino también por la personalidad, que influye en sus elecciones, su manera de actuar y, por lo tanto, en toda su existencia. En la sociedad estadounidense —que es la que viene analizada por la autora— y más en general en el mundo occidental, se piensa que las personas extrovertidas son más capaces, llegando a percibir a las personas introvertidas como problemáticas. Ser extrovertidos o introvertidos es solo una de las características de la personalidad y no hay nada de malo en sentirse atraído por la soledad y la introspección.
Los introvertidos sufren el ideal de la extroversión, según el cual se organizan algunas de las principales instituciones de la sociedad, como la educación y el mundo del trabajo. Ser sensibles, reflexivos y tímidos se considera un rasgo del carácter de segunda categoría, a medio camino entre la desgracia y la patología. Sin embargo, sin los introvertidos no tendríamos la teoría de la relatividad, ni Peter Pan, ni Charlie Brown, ni E.T., ni Google, ni Harry Potter, solo por citar algunos de los “productos” realizados por personas reservadas. Sin el silencio y el estudio solitario el mundo no tendría muchas obras maestras o algunos de los descubrimientos más grandes de la historia.
Hoy, la mayoría de los enseñantes están convencidos de que el alumno ideal es extrovertido y es así que los introvertidos se sienten discriminados desde la infancia. Un chico que habla a menudo y en voz alta se considera más inteligente respecto a quien se mantiene a un lado y prefiere reflexionar antes que decir tonterías.
Además, los introvertidos no son necesariamente tímidos. La timidez es más bien el miedo al juicio de los demás y la humillación, mientras que la introversión es la preferencia por ambientes o situaciones sin estímulos excesivos. Timidez e introversión se suelen confundir porque a menudo se superponen, pero no siempre coexisten.
Existen cuatro tipos de personalidades diferentes en las que clasificar a las personas: los extrovertidos tranquilos, los extrovertidos ansiosos, los introvertidos tranquilos y los introvertidos ansiosos. Barbra Streisand, por ejemplo, es una extrovertida tranquila porque tiene una personalidad exuberante, pero al mismo tiempo es tímida y tiene miedo escénico. En cambio, Bill Gates es un introvertido tranquilo porque no es tímido, ya que a pesar de ser muy reservado, tiene una personalidad bien definida y no se deja condicionar.