Sabemos que, para ser valientes, necesitamos ser vulnerables, exponernos y correr el riesgo de caer para poder forjar nuestra personalidad.
Para tomar conciencia de la importancia de sentirnos frágiles y dejar al descubierto nuestras debilidades debemos pensar que la vulnerabilidad (entendida como la voluntad de mostrarse y ser percibido por lo que uno es) es el único camino a seguir para recibir y dar más amor, tener sentido de pertenencia y alcanzar la felicidad. Ciertamente, los resultados del proceso serán muy positivos, pero lo que marcará la diferencia será el camino que emprendamos para recuperarnos emocionalmente después de una caída, aunque sea la parte más difícil.
La autora está convencida de que la información más útil sobre el comportamiento de una persona proviene directamente de las experiencias vividas en persona o por terceros. Por esta razón, le gusta definirse a sí misma como una investigadora-narradora, ya que, tras muchos años de estudios y análisis puede afirmar con certeza que en la vida todos quieren ser vistos, escuchados y tener la atención que creen que merecen, lo que inevitablemente conlleva a ponerse a prueba corriendo el riesgo de fracasar.
Si queremos experimentar la emoción del amor, de algún modo sabemos que estamos destinados a sufrir.
Si queremos lanzarnos a nuevas aventuras, de alguna manera sabemos que estamos destinados a fracasar.
Si queremos hacer el bien y dar, de algún modo sabemos que estamos destinados a la decepción.
Cuando sufrimos una caída, hay varias etapas que nos llevan al momento en el que encontramos las fuerzas para levantarnos. Además de cuando caemos física o emocionalmente, hay otro momento que es muy importante tener en cuenta y analizar cuidadosamente, es decir, cuando estamos "bocabajo". Precisamente, la idea detrás de "El poder de ser vulnerable" es analizar a cámara lenta las caídas y los momentos en los que nos levantamos, de manera que podamos sopesar todas las opciones disponibles en esos momentos y evaluar las consecuencias de cada alternativa.
Todas las personas viven con sus propias cicatrices que han ido acumulando a lo largo de los años, pero es mucho más fácil hablar de cicatrices cuando ya se han cerrado que mostrar las heridas abiertas a los demás. La leyenda del ave fénix que renace de sus cenizas debe servirnos como fuente de inspiración y optimismo para superar los momentos más difíciles y llegar rápidamente al final feliz. Es mejor aprender y reconocer el valor de la verdad y la tenacidad que engañarnos creyendo que somos mejores gracias a nuestro fracaso y seguir una de las tantas modas pasajeras.
Quienes se privan de sentir su propio sufrimiento en lugar de reconocerlo, terminan causándolo a los demás, lo que resulta en un "estoicismo emocional" que de ninguna manera podemos llamar "coraje".
La humanidad necesita constantemente una cantidad suficiente de personas que estén dispuestas a arriesgarse a caer sin ocultar sus heridas, mostrarlas a quienes tienen la fuerza y la sensibilidad para no mirar a un costado y cambiar de tema, y luego levantarse.