El emperador y filósofo Marco Aurelio decía: “la vida de un hombre es tal y como sus pensamientos la construyen”. Tu vida está condicionada por factores externos pero, en su mayoría, está determinada por los pensamientos que habitualmente ocupan tu mente: piensa de una manera y atraerás las condiciones para que suceda lo que has pensado; piensa de otra manera y las condiciones que se presentarán serán completamente diferentes.
El psiquiatra Karl Menninger dijo: “la actitud es más importante que los hechos”. Más allá de lo que sucede en tu vida, incluso ante las circunstancias más difíciles o aparentemente sin esperanza, lo que cuenta es la manera en cómo te planteas la situación. Tu pensamiento en relación a un obstáculo puede destruirte incluso antes de enfrentarte realmente a ese obstáculo. Por otro lado, un modelo de pensamiento optimista y basado en la fe puede ayudarte a modificar, incluso superar, aquel obstáculo.
Nuestros pensamientos determinan la calidad de nuestras emociones y, aunque tal vez te resulte difícil de creer, contribuyen a crear las circunstancias que están en el centro de atención de nuestros pensamientos. Si, por ejemplo, estás preocupado por el resultado de una conversación, tu pensamiento hará que lleves a cabo micro acciones que producirán precisamente ese resultado que temías. Por lo tanto, si quieres cambiar las circunstancias de tu vida, ejercítate en pensar de otra manera: no aceptes pasivamente lo que no te satisface, sino que por el contrario construye pensamientos que te ayuden a crear las circunstancias, tal y como te gustaría que fueran.
Para ejercitarnos en el pensamiento positivo, tenemos que aprender a visualizar en nuestra mente imágenes fuertes e indelebles de lo que deseamos: imágenes de amor, felicidad, satisfacción y prosperidad. Tenemos que practicar la fe en cada momento de nuestra vida, tiene que ser muy fuerte y debe evolucionar convencidos de que nuestra visualización se reflejará en la realidad.
A continuación un ejercicio para practicar el pensamiento positivo: durante una semana, esfuérzate en concebir únicamente pensamientos positivos, alejando los negativos y pensando de manera deliberadamente positiva en tu vida, tu familia, tu trabajo y la sociedad. Luego, concédete volver durante un par de días a tus pensamientos “realistas”: te darás cuenta de que lo que pensabas que era realismo, de hecho era pesimismo, y te hacía daño.