Ikigai es una palabra japonesa bastante difícil de traducir en español, compuesta por dos símbolos que juntos significan “una vida que vale la pena vivir”. Cada uno de nosotros tiene su ikigai, una razón de ser, un objetivo en la vida. Para entender mejor este concepto, podemos decir que el ikigai se encuentra en la intersección entre pasión, misión, vocación y profesión. En otras palabras, nuestro ikigai es la razón por la que nos levantamos cada mañana. Reconocer nuestro ikigai no es siempre fácil porque a menudo, antes de entender qué es lo que realmente vale la pena que hagamos con nuestra vida, necesitamos tiempo e introspección. Pero, cuando lo hayamos descubierto, sentiremos que nada podrá detenernos mientras perseguimos nuestra razón de ser.
El trabajo es una parte fundamental de nuestros días. Las personas trabajan aproximadamente 8 horas al día y, respecto a las 24 que tenemos a disposición, si consideramos también las horas de sueño, es realmente una cantidad de tiempo importante. Encontrar nuestro ikigai en la esfera profesional nos permite vivir cada minuto dedicado al trabajo de una manera más auténtica y profunda, terminando el día satisfechos de lo que hemos conseguido durante nuestra jornada. Como a menudo oímos, la vida es demasiado corta para ir a trabajar todos los días a un lugar que no nos gusta o que no satisface nuestras potencialidades. Pero, es importante ser conscientes de que es poco probable encontrar un trabajo ideal que satisfaga al 100% nuestras expectativas o prioridades. Por lo tanto, el objetivo para evitar la frustración es escribir cuáles son los deseos a los que no podemos renunciar y encontrar una posición laboral que permita su realización. La lista no puede ser larga y tendremos que hacer algunas concesiones, pero saber a qué es lo que no podemos renunciar en absoluto nos permite mantener nuestra dirección.