El desahucio es un procedimiento que conlleva la expulsión del inquilino del inmueble en el que vive. Es una práctica cada vez más común en Estados Unidos, y es llevada a cabo no solo por medio de una orden judicial, sino también en forma de intimidación por parte del propietario. La orden de desalojo es notoriamente más común en los suburbios, y por lo tanto, está vinculada al factor pobreza, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
Matthew Desmond analiza los pormenores, causas y consecuencias de estas condiciones, y comienza con una investigación etnográfica que realizó en la ciudad de Milwaukee, en el estado de Wisconsin. La elección recae en esta ciudad ya que es ejemplificativa de la situación debido a la claridad de los datos y las estadísticas que se han obtenido luego de años de políticas ineficaces de vivienda. En el siglo pasado, el desalojo era un hecho raro en la mayoría de las ciudades, pero en los últimos veinte años ha habido un aumento exponencial de esta práctica. Precisamente en Milwaukee se desarrolló todo un negocio en el sector, con empresas especializadas en analizar documentos jurídicos y equipos de alguaciles que se dedican a llevar a cabo el desalojo. Si bien puede parecer que este fenómeno tiene un aspecto positivo desde un punto de vista económico, la realidad es que pesa sobre la comunidad en su conjunto, ya sea por los costos hundidos como por los inconvenientes que genera a quienes están directamente involucrados, y esto tiene fuertes repercusiones en toda la sociedad.
Para llegar a esta conclusión, el autor decidió tener una experiencia directa de lo que viven a diario las personas que habitan en los barrios donde las prácticas de desalojo ocurren con más frecuencia. También aporta algunos datos muy elocuentes sobre Milwaukee, concretamente: cada año, alrededor de 16 000 personas, entre adultos y niños, son desalojados en una ciudad donde unas 105 000 familias alquilan; entre 2009 y 2011 (años que el autor toma como muestra) 1 de cada 8 personas realizó una mudanza forzada; la mayoría de los habitantes de los barrios pobres usan alrededor del 70% de sus ingresos mensuales para pagar el alquiler. Por lo tanto, una gran proporción de la población vive en un estado constante de inseguridad residencial, lo que a su vez afecta la economía.