Todos los amores son complicados a su manera. Tarde o temprano, todas las parejas pasan por momentos negativos o ciclos de crisis en los que la pasión disminuye y parece que las cosas ya no van tan bien como antes. Algunas parejas simplemente han sido muy afortunadas de encontrar al compañero o compañera perfecta, pero son una minoría, y no podemos esperar que alguien así nos caiga del cielo. Por el contrario, el 99 % tenemos que arremangarnos y ponernos a trabajar día tras día para construir el amor.
Para construir un amor duradero, además del compromiso, es necesario hablar. El diálogo es fundamental, ya que en una pareja todo gira en torno al diálogo. El diálogo, las conversaciones, son la relación en sí misma. También hay un elemento de conexión que es puramente físico, pero no es suficiente por sí solo. A través de las palabras interactuamos, nos entendemos y nos integramos como seres humanos, y gracias a la profundidad de las conversaciones, somos diferentes del resto de los animales, e incluso hemos podido evolucionar hasta este nivel.
Desde este punto de vista, el primer problema es que la mayoría de nosotros no está acostumbrada a hablar CON la otra persona, sino A hablarle. Así, terminamos escuchando solamente para responder, y no hay una verdadera comunicación. Sin embargo, necesitamos hablar "juntos", no unos a otros.
El segundo problema es que la gente es incapaz de mantener conversaciones intrépidas; como mínimo les tienen miedo. Muchos quizás no decimos realmente lo que pensamos, o bien nos acercamos a la verdad pero de todos modos ocultamos algo. Este es un gran problema, porque si una conversación no comienza con la verdad, nunca podremos llegar al meollo de la cuestión y encontrar la mejor solución a un problema.
Cuando hablamos, nunca deberíamos ser cautelosos con lo que decimos; más bien deberíamos preocuparnos por ser sinceros. Solo tenemos que ser cuidadosos en el CÓMO (hablaremos de esto más adelante), no en QUÉ decimos. El miedo de hacerle daño a la otra persona muchas veces es una excusa para nuestra cobardía. La autenticidad no es algo que tengamos, sino que la elegimos. Y si no obtenemos el efecto que deseamos después de muchos intentos de tener conversaciones hablando con la verdad, tal vez porque nuestro interlocutor realmente no es capaz de escuchar y de tener una conversación auténtica, entonces sabremos que no es la persona indicada. Una relación solo funcionará correctamente si las dos personas involucradas son capaces de comunicarse.