Vista de fuera, la vida de Rich Roll podría parecer genial: había asistido a una de las mejores universidades del país, había sido un gran nadador cuando era joven y posteriormente se había convertido en un abogado exitoso. Sin embargo, más allá de las apariencias, la realidad era muy diferente, desde otro punto de vista.
El problema del alcohol se había instalado en la vida del autor desde hacía mucho tiempo. Al principio había sido una válvula de escape para poder formar parte de algunos grupos de amigos, ser más desinhibido con las mujeres y vencer la timidez, pero luego todo se volvió una lenta y constante tendencia a la adicción. En un momento llegó a perder la conciencia varias veces estando al volante, bebía gin-tonic en la ducha y ocultaba el alcohol cuando estaba con otras personas para que no lo sorprendieran bebiendo. Luego también se sumaron algunas drogas.
Además de esto, Rich había comenzado a tener mucho sobrepeso, hasta el punto de que no podía subir las escaleras sin detenerse. Esto se debió en parte a su estilo de vida sedentario y su trabajo, sumado a la falta de ejercicio, y también a la forma en que comía. Hamburguesas con queso, comida rápida, grandes cantidades de productos lácteos, bebidas con mucha azúcar, mucha carne roja, productos ultraprocesados y toda clase de bocadillos y comida chatarra eran su pan de cada día.
En cuanto al trabajo, las cosas no iban mejor. Obviamente, su trabajo le daba un buen sustento, pero ya no le interesaba, no le encontraba sentido, le causaba mucho estrés y siempre tenía que dedicarle muchas horas. Había pasado de ser un gran nadador en la Universidad de Stanford a un drogadicto y alcohólico con cincuenta kilos de sobrepeso y constantemente abrumado por el trabajo.
La comida chatarra, el alcohol y una vida sedentaria nos dan una sensación de bienestar que es temporal, pero ilusoria, por lo que no es felicidad verdadera. Representan una búsqueda ciega de éxito que nos lleva a una versión falsa del mismo, lo que a la larga nos hace sentir miserables. A largo plazo, la verdadera felicidad proviene del hecho de que tomemos plena consciencia de nosotros mismos y, en consecuencia, de tener la capacidad de perseguir nuestros verdaderos objetivos y nuestra propia versión del éxito. Porque lo cierto es que no hay verdades absolutas en la vida. Solo está aquello en lo que una persona cree.