Cada día nos bombardean con una infinidad de información, y cada día nuestro cerebro es manipulado cientos de veces, la mayoría de ellas sin que nos demos cuenta. Pero esto no es algo nuevo. El arte de la persuasión y la propaganda se remonta a los albores de la humanidad. Y si lo pensamos bien, cada día nosotros mismos intentamos persuadir o ejercer una cierta influencia sobre los demás para que hagan algo. La persuasión forma parte de nuestro ADN como seres humanos. Pero, en comparación con el pasado, lo que ha cambiado radicalmente en la actualidad es el alcance de esta influencia que tienen los demás sobre nosotros. O que nosotros ejercemos sobre los demás. Pensemos, por ejemplo, en cuando publicamos una fotografía nuestra en las redes sociales. Al hacerlo, elegimos nuestra mejor versión y la editamos como queremos para que los demás puedan vernos y considerarnos como queremos. Después de todo, hasta los memes que utilizamos no son más que una forma de propaganda. Su objetivo es involucrar o persuadir a nuestros seguidores.
Los humanos somos animales sociales por definición. Necesitamos vivir en un grupo y sentir que formamos parte de algo. Desde un punto de vista evolutivo, el conformismo tiene su razón de ser, ya que nos permite vivir dentro de un grupo al que sentimos que pertenecemos. Sin embargo, hay una diferencia sustancial entre sentirse parte de un grupo y seguir al rebaño. Para evitar que el conformismo se convierta en una forma de manipulación, es fundamental mantener la identidad dentro del grupo y no tener miedo de expresar los pensamientos.
La influencia de los demás sobre nosotros no siempre es algo negativo. Por ejemplo, algunos mensajes de salud pública pueden hacernos bien. Además, ¿quién no se ha sentido mejor después de leer un buen libro?
De lo que tenemos que defendernos es de la manipulación. Las marcas, los políticos, las empresas y otros grupos poderosos tienen todo el interés en convertirnos en una multitud sin voluntad, porque de esta manera pueden controlar mejor nuestras acciones y obligarnos a hacer lo que más les conviene. Por lo tanto, es importante seguir siendo un individuo pensante, para tomar las decisiones correctas para nosotros examinando la información y las noticias falsas,decidir qué productos comprar para nuestro bienestar o porque nos gustan, o votar por un partido porque realmente pensamos que sus valores están alineados con los nuestros. Sin embargo, para lograrlo, debemos aprender a comprender cómo funciona nuestra mente y qué puede influenciarla.