Lo que veremos a continuación es el resultado de más de tres décadas de descubrimientos en el campo de la productividad personal y empresarial; es una guía para aumentar el rendimiento y reducir las energías utilizadas.
El método se basa en tres actividades claves:
- definir todo lo que tienes que hacer y organizarlo en un sistema lógico y fiable externo a la mente;
- obligarse a tomar decisiones para tener siempre un inventario actualizado de pasos sucesivos que dar o que aplazar hasta el momento más oportuno;
- coordinar y ocuparse de todos los elementos del sistema, estableciendo los diferentes niveles de compromiso que, de un momento a otro, se deben asumir con uno mismo y con los demás.
Con el nuevo milenio se ha concretado una paradoja: la calidad de la vida ha mejorado, pero al mismo tiempo las personas están más estresadas porque se comprometen con más asuntos de los que pueden gestionar con los recursos que tienen a disposición. Además, el trabajo en sí ya no tiene unos límites definidos: mientras que en el pasado era evidente cuándo se desarrollaba una tarea (arar el campo, construir una máquina), actualmente en determinados trabajos los confines no están claros. Por ejemplo, las informaciones que podrían mejorar una investigación o la página de un blog pueden irse renovando con el paso del tiempo, necesitando constantes actualizaciones. Y por si esto no fuese suficiente, las nuevas tecnologías de la comunicación han derribado las barreras que se habían erigido entre nuestros compromisos profesionales y nuestra vida privada: estar “siempre conectado” para muchos significa estar “siempre en el trabajo”.