Gödel, Escher, Bach

El pensamiento humano y lo que llamamos conciencia están aún rodeados por un halo de misterio. Según Douglas Hofstadter, estos son argumentos muy importantes para comprender mejor la inteligencia artificial y las perspectivas de futuro que puede llegar a tener este campo. La investigación del autor parte de la observación de que todos los seres animados se originan de la materia inanimada. Entonces, ¿cómo es posible que la capacidad de pensar y concebirse a uno mismo derive de algo así como los átomos de las diferentes moléculas, que no están dotados de un yo? ¿Cómo puede un ser animado adquirir una característica que no es propia de aquello de lo que proviene? 

Este discurso resulta ser de gran interés cuando se compara la inteligencia humana con la de las máquinas. De hecho, los seres humanos tienen una conciencia y una percepción de sí mismos que no tienen las computadoras, las cuales pueden realizar una tarea siguiendo instrucciones, pero no pueden hacer preguntas al respecto, como lo hacen las personas. Una máquina no se aburre al realizar una tarea repetitiva ni se pregunta por qué tiene que hacerlo de cierta manera. Simplemente actúa. Sin embargo, es legítimo ir más allá. Si la conciencia se desarrolló en los seres animados, que a su vez se originaron a partir de los inanimados, quizás algún día las máquinas puedan adquirir también las mismas habilidades.