El movimiento feminista supuso la conquista de muchos derechos para millones de mujeres que antes eran impensables, como el derecho al aborto o el derecho al voto. El siglo XX también estuvo moldeado por estas conquistas, pero la historia de los pueblos nunca es unitaria. Hay giros, zonas grises e historias olvidadas,y precisamente estas últimas son las que analiza Mikki Kendall, escritora afroamericana. Ella nació en un gueto, por lo que experimentó de primera mano las contradicciones de un movimiento que no siempre ha logrado describir correctamente la condición de todas las mujeres. El derecho al trabajo, por ejemplo, es uno de los pilares históricos de la lucha feminista, pero nunca se planteó este problema para las mujeres afroamericanas. Ellas siempre han trabajado, nunca han tenido el privilegio de no tener que trabajar.
Este ejemplo no necesariamente genera roces entre las dos realidades, ya que cada una de las partes puede luchar legítimamente por los derechos más inherentes a su condición, pero sí demuestra claramente la diversidad de perspectivas desde las que se empieza a luchar. La cuestión se complica cuando la postura del movimiento predominante actual termina yendo en contra de los supuestos iniciales. Para la autora, existe una tendencia general a olvidar a las comunidades marginadas y a defender opiniones que no están lo suficientemente alejadas de una cosmovisión que se basa en prejuicios racistas, clasistas y sexistas, aunque sea de manera implícita. Para estas feministas, hay víctimas que merecen ser escuchadas y víctimas que no lo merecen. La experiencia del gueto (y de todos los sectores marginados por las culturas que no son inclusivas) enseña a vivir a millones de mujeres solo para sobrevivir. En un mundo que criminaliza su existencia, hay poco espacio para el feminismo suave. Hay que luchar, y eso muchas veces se traduce en tener que tomar decisiones que son complicadas moralmente.
Según Mikki Kendall, el movimiento feminista debe ampliar el abanico de personas que se toman como referencia, y también hay que comenzar a discutir otras categorías de derechos básicos, como el problema de la inseguridad alimentaria, el acceso a los sistemas educativos y la atención médica de calidad.