Reyes, emperadores, guerras, monumentos y grandes inventores son los principales objetos del análisis histórico tradicional. Sin embargo, existen otras corrientes de interpretación —sobre todo a partir del siglo XX— que se centran en la vida cotidiana de los individuos, el impacto de los descubrimientos y las ideas científicas, y que van en busca de las bases antropológicas que sostienen el concepto mismo de historia.
Steven Johnson utiliza este método preciso para indagar en siglos de vivencias y reflexionar sobre cuáles han sido los descubrimientos que cambiaron para siempre la historia de la evolución humana. El resultado es un análisis que no puede detenerse en momentos puntuales o en invenciones repentinas que son fruto de la genialidad. Recorriendo los vacíos que dejaron las mayores innovaciones, el autor identifica seis redes de ideas, es decir seis campos cuya conquista tecnológica permitió ciertos cambios sociales trascendentales: el vidrio, el frío, el sonido, la limpieza, el tiempo y la luz.
Cada pequeño descubrimiento relacionado con uno de estos campos ha tenido un impacto difícil de cuantificar, porque su rastro se ha diluido a lo largo de los siglos, y en algunos casos incluso milenios. De hecho, la evolución biológica procede de una manera compleja y a veces impredecible. Algunas innovaciones naturales o los cambios en un determinado hábitat pueden tener efectos en cuestiones que están a años luz del punto de inicio. Por ejemplo, el desarrollo de la imprenta de Gutenberg creó una repentina necesidad de usar lentes para ver (los nuevos lectores hicieron surgir un problema generalizado de problemas de vista) y el mercado posterior que se desarrolló condujo a la invención del microscopio. El término "efecto colibrí" se utiliza para describir este tipo de efecto inesperado. De hecho, también la evolución del colibrí se ha visto influenciada por una serie de factores relacionados con la evolución de flores e insectos, en una cadena de causas y efectos difícil de analizar separadamente. La historia de cómo las plantas y los animales se han influenciado mutuamente a lo largo de los siglos cuenta una verdad que muchas veces pasa desapercibida: existe un tipo de evolución que no implica un choque, sino una simbiosis, y se denomina coevolución.
Vista desde esta perspectiva, la historia humana se vuelve menos clara, pero más fascinante. Parece que el papel de la individualidad pierde peso en los procesos sociales, y de alguna manera así es, pero cada nueva creación humana conlleva efectos contrastantes y abre una ventana para intervenir personalmente contribuyendo a los efectos negativos o positivos. El futuro es impredecible pero también está en manos de quienes tienen el coraje de vivir a través de una visión creativa y original. De hecho, los mayores innovadores siempre han llevado adelante sus ideas desafiando el sentimiento común y perdiéndose en sus propias visiones, porque estaban convencidos de una verdad más profunda.
El libro de Steven Johnson se centra principalmente en los descubrimientos y desarrollos históricos tendencialmente occidentales, aunque se podrían escribir muchas más historias. Sin embargo, los Estados europeos y las Américas han tenido un papel dominante en el mundo durante muchos siglos y su impacto, para bien o para mal, es innegable. La red globalizada de hoy también es fruto de esta historia y un análisis que niegue las dinámicas planetarias que actualmente están en curso sería erróneamente parcial.