Gracias a los progresos recientes en inteligencia artificial, hoy nos encontramos en un momento de gran transformación del mundo de los negocios. Los sistemas de inteligencia artificial no solo están automatizando los procesos, haciéndolos más eficaces, sino que también consienten que las personas y las máquinas trabajen en forma más estrecha gracias a nuevas modalidades de colaboración. Están cambiando la naturaleza del trabajo y combinando la gestión de las operaciones empresariales y de los empleados de maneras radicalmente diferentes. Durante décadas, los robots fueron las típicas máquinas de gran tamaño que realizaban una única tarea específica y formaban parte de una cadena de trabajo rígida y fija, donde en general, los seres humanos llevaban a cabo otras actividades predefinidas.
Los nuevos robots industriales son diferentes: son máquinas colaborativas dotadas de la capacidad para percibir el ambiente, entender, actuar y aprender, gracias a softwares de aprendizaje automático y otras tecnologías relacionadas. Estos cambios no se aplican solo a la producción industrial, los sistemas de inteligencia artificial se integran en todos los departamentos: ventas, marketing, servicio de atención al cliente, investigación y desarrollo de productos.
Las empresas están llegando a una bifurcación sobre el uso de la inteligencia artificial, es decir de los sistemas que amplían las capacidades humanas a través de la percepción, la compresión, la acción y el aprendizaje. Implementando estos sistemas, algunas empresas verán pequeños aumentos de productividad a corto plazo, pero al final, estos resultados no llegarán a un punto más alto. Otras empresas, en cambio, obtendrán mejoras revolucionarias en sus resultados. ¿Qué es lo que explica esta diferencia? Aunque la inteligencia artificial puede utilizarse para automatizar algunas funciones empresariales, el poder más grande de la tecnología es la integración y la potenciación de las capacidades humanas. Básicamente, el máximo potencial se obtiene cuando las máquinas hacen lo que mejor saben hacer, es decir, ejecutar actividades repetitivas, analizar grandes cantidades de datos y gestionar casos de rutina, aportando características como velocidad, precisión, repetición, capacidades predictivas y escalabilidad, mientras que los seres humanos hacen lo que mejor saben hacer: resolver problemas con informaciones ambiguas, tratar los casos difíciles y atender a los clientes insatisfechos, aportando creatividad, improvisación, destreza, criterio, habilidades sociales y liderazgo. Este tipo de sinergia emergente entre el humano y la máquina está dando pie a la llamada “tercera ola de transformación empresarial”. La primera ola consistió en los procedimientos estandarizados: fue Henry Ford quien la inauguró con la creación de la cadena de montaje. La segunda ola consistió en la automatización y surgió en los años 70 alcanzando su punto máximo en los años 90 con el movimiento de reingenierización de los procedimientos en la empresa gracias a los progresos en la tecnología de la información (IT): computadoras de mesa, bases de datos de grandes dimensiones y programas informáticos que automatizaban varias actividades administrativas. Hoy en día estamos presenciando una tercera ola, en donde los sistemas de inteligencia artificial impulsan las capacidades humanas y colaboran con nosotros para obtener más productividad, algo que en el pasado no era posible. La tercera ola se basa en la implementación de procesos adaptables que se crean desde cero, y esta capacidad de adaptación está guiada por datos en tiempo real y no por una secuencia estandarizada de pasos.