Como 50 Cent, Curtis Jackson se ha sentido muy cómodo compartiendo sus logros públicamente, pero en privado es muy consciente de que estos no han hecho que su vida sea del todo "adecuada". Tiene muy claro que ha fracasado en la misma medida en que ha tenido éxito. El objetivo no es solo ser un ganador, sino también saber sostener todo ese éxito, sin colapsar bajo su enorme peso.
En reiteradas ocasiones le pidieron que escribiera libros de autoayuda, pero decidió escribir uno cuando se sintió realmente listo y capaz de compartir contenido valioso que pudiera ayudar a cualquier persona.
Obviamente, este no es un manual para convertirse en 50 Cent. Este personaje es solo una parte de Curtis Jackson, pero si este fuera el único aspecto de su personalidad, ciertamente jamás podría haber mantenido el éxito que ha logrado.
Al fin y al cabo, la calle y el mundo de los negocios no son tan diferentes para quienes, como él, crecieron en el barrio y luego llegaron a lo más alto en diferentes sectores.
En ninguno de los dos lugares se juega limpio, y ambos ambientes son muy competitivos.
Hay que ser intrépidos, ya que negarse a sentirse cómodos con el miedo nos da la posibilidad de tener ventaja en prácticamente cualquier situación.
Tenemos que cultivar el alma de un traficante y recordar que no es necesario tener un solo propósito en la vida. Es un motor que está en constante movimiento, siempre encendido gracias a la pasión y que nos llevará a donde queramos llegar.
También es importante contar con un equipo sólido, y no debemos olvidar que somos tan fuertes como el miembro más débil de nuestro equipo.
Además, es fundamental que conozcamos nuestro valor, es decir, saber que podemos apostar por nosotros mismos y salir ganando. Y no podemos dejar de lado la importancia de evolucionar y cambiar.
Ser capaz de moldear la percepción que las personas tienen de sí mismas es otro elemento clave para alcanzar el éxito que deseamos, sin temor a medirse con los propios competidores, cualquiera que sea el ámbito en el que estemos, y aprendiendo de nuestros fracasos. De nada sirve llorar sobre la leche derramada. Hay que aprender algo de esa situación y evitar caer en la trampa de ver o sentir algo como un derecho propio. Nadie le debe nada a nadie y una vez que tengamos claro este concepto, muchas puertas cerradas se abrirán.