El concepto de nutrientes existe desde principios del siglo XIX, cuando el médico y químico inglés William Prout identificó los tres componentes principales de los alimentos, que posteriormente se denominaron "macronutrientes": proteínas, lípidos y carbohidratos. Justus von Liebig, el gran científico alemán, considerado uno de los fundadores de la química orgánica y la ciencia del nutricionismo moderno, agregó un par de minerales y declaró que el misterio de la alimentación animal estaba resuelto.
Luego, Liebig inventó un extracto de carne que ha llegado hasta nuestros días en forma de cubo para caldo, además de la primera fórmula infantil a base de leche de vaca: harina, malta y bicarbonato de potasio. Sin embargo, los médicos pronto se dieron cuenta de que muchos bebés que solo se alimentaban con leche de fórmula elaborada según la receta de Liebig tenían problemas de crecimiento. Además, los marineros a menudo se enfermaban mientras recorrían las rutas oceánicas, a pesar de que consumían suficientes proteínas, carbohidratos y lípidos.
Evidentemente, los químicos subestimaron algo, es decir, la presencia de algunos ingredientes esenciales en los vegetales frescos que podían curar a los marineros. A principios del siglo XX, esta observación condujo al descubrimiento del primer grupo de micronutrientes que en 1912 el bioquímico polaco Casimir Funk denominó "vitaminas". Estas moléculas especiales curaron casi milagrosamente enfermedades como el escorbuto o el beriberi y a partir de los años 20 se pusieron de moda entre la burguesía.