Todos los seres humanos pueden actuar de manera consciente, dejando de lado los instintos y los hábitos. No hacerlo sería como ir en auto por la autopista absortos en nuestros pensamientos o tan ocupados en una conversación que no nos damos ni siquiera cuenta de la salida que deberíamos haber tomado. Cuando una persona deja de hacer las cosas con el piloto automático se convierte en una persona más consciente ya sea en la vida personal que en el trabajo. Una de las características que distinguen la consciencia humana es la capacidad de percibir nuestro mundo interior y la abstracción que nos permite, por ejemplo, lograr elaborar el concepto de bosque aunque en ese momento no estemos en uno. Las mismas preguntas que un ser humano se hace sobre su vida privada, gracias a esta capacidad, también se las puede hacer sobre su trabajo. De hecho, la vida profesional representa una gran parte de nuestra existencia y gestionarla conscientemente es imprescindible si queremos vivir con consciencia.
El mundo de los negocios es un mundo de posibilidades en donde todos podemos mostrar nuestras capacidades. Basar nuestras acciones sabiendo que hay algo más que el simple éxito material, nos permite transformar nuestro negocio en un trabajo en donde la libertad y el respeto se realizan. Decirlo es más fácil que hacerlo. Aunque el concepto sea sencillo, para que se haga realidad es necesario un cambio radical en la manera en que una persona piensa. Pero la buena noticia es que nos podemos ejercitar para convertirnos en personas más conscientes, al igual que un atleta se entrena para correr una maratón. Un negocio consciente promueve lo que se define como mindfulness —literalmente la atención consciente— en todas las partes implicadas, desde los empleados hasta los directores y los consumidores. De esta manera, las personas pasan de ser simples recursos a ser seres humanos, desarrollando una organización que tiene como objetivo el logro de un determinado resultado a través del respeto hacia las personas implicadas y la creación de un sentido de comunidad entre los interesados. La cultura de una organización empieza a modificarse solo cuando su líder apoya este cambio comportándose de una manera diferente. Por ejemplo, cuando un director general empieza a tratar con respecto a sus empleados, también estos empezarán a comportarse entre ellos respetuosamente.