Para muchas personas, abrir un pequeño negocio o ponerse a trabajar por cuenta propia es una forma de lograr la independencia económica. Sin embargo, lamentablemente, muchas empresas luchan por generar una ganancia real, quedando atrapadas en una constante sucesión de plazos y en interminables momentos de crisis.
Gran parte de los conocimientos que se nos transmiten en relación con la gestión de un negocio nos enseñan que nuestro principal objetivo debe ser el crecimiento, pero rara vez nos detenemos a preguntarnos si este es el enfoque correcto. Tratar de hacer crecer un negocio que no genera ganancias y que consume todos nuestros recursos solo puede generar un monstruo que come dinero.
Utilizando los sistemas de contabilidad tradicionales, a los que todos estamos acostumbrados, aprendemos que la ganancia es lo que queda después de la gestión ordinaria. Incluso tenemos una fórmula: ganancia = ingresos – gastos.
Dejando la ganancia como último paso, sin embargo, caemos en una trampa: la de la supervivencia. Esto se debe a que siempre hay nuevos gastos, nuevas inversiones, nuevos imprevistos.
La buena noticia es que no tiene por qué ser así. Si decidimos cambiar la fórmula, podemos tomar primero una parte de nuestros ingresos, nuestra ganancia. Todo lo que sobre será destinado a cubrir los gastos. Y podemos empezar inmediatamente.