El cerebro humano lucha constantemente entre la emoción y la razón. La clave de la felicidad radica en encontrar el equilibrio entre estos dos elementos. La metáfora más adecuada para pensar en la mente humana es la de un caballero montado sobre un elefante. El caballero representa la razón, y puede intentar hacer todo lo posible para guiar al elefante, pero el elefante es mucho más poderoso y tiene su voluntad. Solo respetará las órdenes del jinete si estas no van en contra de sus deseos. Por lo tanto, nuestra parte racional puede aconsejar y guiar a nuestro núcleo emocional, pero en una situación de competencia por la voluntad, la emoción casi siempre le ganará a la razón.
La mente opera de cuatro formas: mente versus cuerpo, izquierda versus derecha, viejo vs nuevo y control versus automatismo. Todos hemos experimentado reacciones corporales involuntarias, puesto que el cuerpo revela los pensamientos más íntimos, incluso cuando no lo deseamos. Las palmas de las manos sudan cuando estamos nerviosos y los ojos lloran cuando estamos tristes o enojados.
Esto se debe a que nuestro sistema nervioso autónomo, o "cerebro intestinal", controla muchas funciones corporales por separado, del "cerebro de la cabeza", donde vive el pensamiento consciente. Los dos se influencian mutuamente, pero también pueden funcionar en forma independiente el uno del otro.
El cerebro está dividido en dos hemisferios: el izquierdo controla el lenguaje y las actividades analíticas, mientras que el lado derecho reconoce patrones y es responsable del reconocimiento facial. Los neurólogos han descubierto que las personas con mayor actividad de ondas cerebrales en el hemisferio izquierdo tienden a tener niveles más altos de felicidad que las personas con más actividad en el hemisferio derecho.
La corteza frontal es una de las partes "nuevas" del cerebro desde un punto de vista evolutivo. En la metáfora del caballero y el elefante, la corteza frontal es el caballero, y posibilita el pensamiento, el análisis y la toma de decisiones. Es lo que nos da el poder de aprender de las experiencias. La razón y la emoción no se excluyen mutuamente, sino que trabajan juntas. Una de las formas más efectivas de aumentar la felicidad es lograr una mejor armonía entre la razón y la emoción, utilizando el poder de la primera para guiar las emociones hacia deseos más saludables y satisfactorios.
En su mayoría, los procesos mentales son inconscientes, pero pueden influir en conductas que creemos que son conscientes. El procesamiento consciente implica estrategias y planificación complejas. Las partes de procesamiento consciente de nuestro cerebro, como el lenguaje, son relativamente "jóvenes" y aún no hemos descubierto del todo cómo usarlas. Nos permiten controlar nuestros deseos inmediatos de placeres, como la comida y el sexo, pero el sistema automático todavía lleva la delantera.
Como seres humanos, estamos controlados principalmente por nuestros deseos, que a su vez son guiados por las emociones y no por la razón. Una parte de nuestro cerebro, el elefante, determina nuestras opiniones y posiciones sobre cuestiones morales. La otra parte, el caballero, crea razones para justificar estos puntos de vista, pero solo después de que el elefante haya tomado su decisión.
Todos seríamos más saludables y felices si prestáramos menos atención a nuestras partes conscientes y controladas y aceptáramos al elefante como otra parte vital.